Hola, hola. Aquí comienza mi tercer blog, después de Reflexiones a la carrera y The Road Runner Trip. He de decirles en primer lugar que esta página que hoy se abre, tiene una continuidad con las anteriores, pero con algunas variaciones, derivadas de lo que he aprendido en las dos experiencias precedentes. Empezando por el título. Esto ya no pueden ser reflexiones a la carrera, entre otras razones, porque ya no corro una mierda. Mis seguidores más fieles están al tanto de que dejé de bajar a entrenar al Retiro en el mes de noviembre, hace casi un año y no estoy seguro de si voy a volver a practicar esa disciplina deportiva tan maravillosa. A los 73 años, dejar un deporte durante casi un año tiene el riesgo de ya no recuperarlo nunca.
En el nombre del nuevo blog, yo quería reflejar esa continuidad y esas variaciones. Esto será lo mismo, pero distinto, aplicando algunas cosas que he aprendido y que más abajo les explico. Cuando el gran escritor argentino Adolfo Bioy Casares llegó por primera vez a la Ciudad de México y tomó un taxi para que le llevara al hotel, por la ventanilla empezó a ver los carteles que anunciaban por toda la ciudad la nueva versión de la cerveza Coronita. Decían: Coronita, la cerveza de barril embotellada (ejemplo perfecto de oxímoron). Entonces, el escritor quiso vacilarle un poco al taxista y le preguntó: –Oiga ¿cómo puede ser eso que dice en los carteles? la cerveza, o es de barril o es de botella como toda la vida. El taxista, atento al tráfico endiablado de la megaurbe, buscó qué contestar, hasta que encontró su respuesta: –Señor, es lo mismo, nomás que diferente.
Bien, pues este blog pretende ser lo mismo que Reflexiones a la Carrera, nomás que diferente. Hagamos un poco de historia. En este blog yo voy a tener un grupo de seguidores discreto, todos ellos amigos míos que me siguen desde mis blogs anteriores en los que yo les he abierto una puerta a mi intimidad. No hace falta que me presente ante ustedes. Pero quiero recordarles que yo empecé a escribir cuentos allá por el año 2007, que en 2009 gané el Premio de Novela Corta Encina de Plata con uno de esos cuentos, estirado hasta entrar en el formato que exigían las normas del concurso. Que alguien después me dijo que, ya que escribía tan bien novelas cortas, por qué no me atrevía con una larga. Que lo intenté, que en ese empeño sufrí durante dos años para terminar con el parto de una novela desmesurada que no encontré quién me publicara. Y que eso me hizo ver que mis habilidades se circunscribían al formato corto, lo que me llevó a abrir un blog.
El primer post de Reflexiones a la Carrera se publicó el 19 de septiembre de 2012, hace casi doce años. Yo tenía por entonces 61 años, entrenaba por el Retiro con regularidad y corría carreras populares de 10 kilómetros siempre que podía. Además estaba activo como funcionario del Ayuntamiento de Madrid, desempeño que prolongué hasta los 70, tenía una situación personal que me dejaba mucho tiempo libre y muchas cosas que contar. Como se puede ver si entran en la página de dicho blog, yo publiqué 68 posts en poco más de tres meses y continué en 2013 con un total de 148 entradas, casi una cada dos días. Un claro ejemplo de lo que podemos llamar graforrea o graforragia. Después fui bajando el ritmo hasta cifras más razonables y asequibles a un tipo de lector medio, porque lo otro era un exceso y aburría hasta a los semáforos, que mira que es difícil aburrir a un semáforo.
Bien, a comienzos de este año, yo empecé a preparar mi aventura literario-vital definitiva, el viaje de vuelta al mundo visitando a mis amigos. Por entonces, mi blog declinaba de manera imposible de detener. La mayoría de mis seguidores estaba harta de que les contara siempre las mismas cosas de mi vida rutinaria de jubilado en la que cada vez sucedían menos cosas reseñables. Decidí entonces dar un aldabonazo, cerrar el blog y poner una especie de punto y aparte para centrarme en mi viaje y el relato de mis aventuras all over the world. Mi peripecia rodeando las antípodas y regresando por el otro lado ha sido globalmente muy grata para mí, aunque al final estaba bastante cansado de defenderme de los elementos (sobre todo digitales) y tenía muchas ganas de descansar. Así que me he tomado agosto como mes sabático.
Y vuelvo ya con ánimos renovados. ¿Por qué? Pues por un doble motivo. Bastantes de mis lectores más fieles y constantes me han hecho saber que echan de menos mis paridas publicadas periódicamente. Y yo también he sentido una especie de nostalgia de esa rutina por la cual iba compartiendo mi vida a través de un blog. Pero esto no puede ser igual y ahora les cuento las variaciones. Yo no puedo seguir publicando un post cada tres días contando que me levanté, desayuné y me duché. Eso ya se debe dar por supuesto y no hay por qué remarcarlo. Esa pesadez, se derivaba de la circunstancia innegable de que yo me sentía obligado a mantener un ritmo concreto y eso me llevaba a excesos que luego resultaban prolijos y aburridos. Además, eso de contar minuciosamente lo que te va pasando, ya lo agotó James Joyce con el Ulises, que por cierto yo me he leído dos veces.
Una amiga muy querida me ha dicho al respecto que, si yo quisiera, podría ser aun más minucioso. En vez de decir: me levanté, me vestí, me duché y desayuné, podría contar que cogí el pantalón, me metí la pernera derecha, luego la izquierda, me abroché el botón de arriba, me ajusté el cinturón y me subí la cremallera de la bragueta. Creo que está claro lo que quiero decir. En consecuencia, en este nuevo blog que hoy se abre, yo voy a esperar a que aparezca en mi vida algo que contar o algo de actualidad que me apetezca comentar, para entonces escribir un post. Eso lleva indefectiblemente a un ritmo de publicaciones bastante más bajo. Estas serán reflexiones al tran-tran, en función de lo que me vaya llegando a la mente.
Creo que todos saldremos ganando con esta idea base. Además, mis circunstancias no son las mismas que hace doce años. Con 61 años y un trabajo cómodo de funcionario, yo tenía tiempo de sobra para mantener un blog con entradas cada dos o tres días. Con 73, mi vida es paradójicamente más intensa y acelerada, porque veo el final más cerca y quiero que mi tiempo fluya a través de momentos de calidad. Es curioso: mis reflexiones a la carrera surgían de un ritmo vital lento y mis reflexiones al tran-tran se circunscriben a un tiempo más acelerado. Hace doce años, yo era apenas consciente de la presencia de la muerte entre nosotros. Ahora he perdido en apenas un año a tres de mis mejores amigos: Mariano Sánchez, Enrique Ubillos y Joe Certucha. Este es un tema que me ha dejado bastante tocado, porque ellos simplemente se han adelantado en el camino que todos estamos recorriendo.
No quiero ponerme solemne, a mí esta triple pérdida me ha impulsado a vivir todavía con más intensidad, mientras las fuerzas físicas me lo permitan. La fortaleza de ánimo la tienen ustedes garantizada, porque yo nunca les castigaría con un blog tétrico, pesimista y cenizo; para ello ya basta con la actualidad que nos muestran los periódicos cada día. Pero uno tiene a veces que mirar un poco atrás y dejar un pequeño lugar a la nostalgia. Como ustedes saben, el único tema en el que me considero en cierta forma experto es el rock y el blues. Y hay una canción que creo que refleja muy bien esa reflexión de un viejo que ha vivido con intensidad y pretende seguir hasta donde las fuerzas se lo permitan. La canción se llama Against the wind, es de 1980 y su autor es el canadiense Bob Seger. Les voy a poner la canción con la letra en inglés y debajo la traducción, para que la vayan siguiendo.
Contra
el viento
Parece que fue ayer
Pero fue hace mucho tiempo
Jenny era encantadora, era la reina de mis
sueños
Allí en la oscuridad con la radio sonando
bajito
Y los secretos que compartíamos
Y las montañas que movíamos
Atrapado como un reguero de pólvora fuera de
control
Hasta que no quedó nada que quemar y nada
que probar
Y recuerdo lo que ella me dijo
Cómo me juró que aquello no se terminaría
nunca
Y recuerdo cómo me abrazó con fuerza
Ojalá no supiera ahora lo que no sabía
entonces
Contra el viento
Estábamos corriendo contra el viento
Éramos jóvenes y fuertes y corríamos contra
el viento
Los años pasaron lentamente
Y me encontré solo
Rodeado de extraños que creía que eran mis
amigos
Me encontré cada vez más lejos de casa
Y supongo que perdí el rumbo
Oh, había tantos caminos
Estaba viviendo para correr y corriendo para
vivir
Nunca me preocupé de pagar, ni siquiera de
cuánto debía
Moviéndome a ocho millas por minuto durante
meses seguidos
Rompiendo todas las reglas posibles de romper
Empecé a encontrarme buscando
Buscando un refugio una y otra vez
Contra el viento
Era algo contra el viento
Me encontré buscando refugio, contra el viento
Bueno, esos días de vagabundo ya pasaron
Ahora tengo muchas cosas en que pensar
Plazos y compromisos
Qué cosas dejar dentro, qué cosas dejar
fuera contra el viento
Ahora soy mayor pero sigo corriendo contra el
viento
Ahora soy mayor pero sigo corriendo contra
el viento
En fin uno no puede empezar un blog a los 73 años igual que a los 61, diciendo: jejé, no ha pasado nada, pelillos a la mar. No. Es obvio que han pasado muchas cosas y uno no puede hacerse el loco frente a ellas. Disculpen esta pequeña incursión en las emociones más profundas; este blog, como los dos anteriores tiene sus riesgos y uno de ellos es que de pronto me dé por llevarles al borde de las lágrimas. Pero ya sigo. Volviendo a los temas que podemos llamar logísticos, tengo que recordarles que cada uno de mis blogs lleva asociado un mailing, en el que yo anuncio la publicación de cada nuevo post a mis seguidores acreditados.
En Reflexiones a la Carrera yo tenía un mailing de cerca de 30 personas, pero la mayoría no entraba nunca a leer mis textos. Para el mailing del Road Runner Trip, me quedé con unos quince y borré los demás. A estos les añadí otros cincuenta, con amigos y conocidos de todo tipo, incluyendo camareros de los bares a los que voy, dependientes de las tiendas y farmacias, vecinos y conocimientos esporádicos de todo tipo. Para esta nueva aventura que empieza hoy, he reducido el grupo de nuevo, prácticamente he dejado a los quince de toda la vida, otros tantos de los nuevos que me consta que me han seguido hasta el final del viaje y algunos más que me han pedido expresamente que los mantuviera.
Por lo demás, como les he dicho más arriba, mi vida sigue más o menos acelerada y por ejemplo, han de saber que mi amiga Gisele Medeiros le ha dado mi nombre a una periodista que se encarga de elaborar y publicar la revista mensual del IPPUC, para que me haga una entrevista por mail, sobre un cuestionario que estoy esperando que me envíe. Mi otra amiga de Curitiba, Liana Valicelli, viajará la semana que viene a Corea y la he puesto en contacto con mi amigo Woo, para ver si pueden encontrarse. Mi amigo Woo sigue pensando en volver a España el año que viene, para poder viajar a La Coruña conmigo a estudiar el caso del tranvía cerrado por falta de usuarios. Este mes, Mía Li, la traductora del coreano que vive en Alicante y tiene dos niños preciosos con su marido español, ha viajado a Corea a visitar a su familia. Y se ha reunido allí con Woo y los dos ayudantes que le acompañaron en su visita a Jaén, Granada y Vélez-Málaga. Desde Sejong me han mandado la foto que les pongo abajo.
La red de amigos que he ido tejiendo en mi viaje de vuelta al mundo sigue dando sus frutos. Por ejemplo, mi amiga Anna Zetkulic, de Nueva York, me anuncia que un buen amigo suyo que se llama Matthew Popkin, vendrá a Madrid en el mes de septiembre y le ha dado mi contacto para que nos reunamos. Me dice que es un tipo al que le interesan y le gustan las mismas cosas que a ella y a mí. Que son las mismas que le interesan a Woo, a Liana y a Gisele. Y a Rumi Satoh, de Tokyo. Por otro lado, durante este mes sabático de blogger que me he tomado, he asistido a algunos conciertos de blues, de rock y hasta de flamenco (en las fiestas de San Cayetano, con la plaza de Vara del Rey repleta de gitanos).
El mejor de todos, sin duda, el que ofrecieron en el café Berlín Rick Estrin and the Nightcats. A este grupo de San Francisco, liderado por un cantante y armónica de mi quinta, ya lo vi en Cazorla en 2022 y en el mismo Café Berlín el año pasado, como se reseñó en el blog correspondiente. Por si no lo recuerdan, estos señores publicaron en 2020 un tema contra Donald Trump, cuando todo el mundo se temía que resultase reelegido. Es una composición del propio Rick Estrin, para cuyo vídeo requirió la colaboración de todos sus amigos. Cuatro años después, yo creo que debería de reeditar el tema. Se lo pongo abajo. Es desternillante. Esta vez han de traducírselo por ustedes mismos.
El guitarrista Kid Andersen es ahora mismo uno de los mejores guitarras de blues del mundo. Tanto él como Rick y el batería del grupo salieron luego por allí como acostumbran y con mis colegas Henry Guitar y Críspulo, aprovechamos para hacernos unos selfies con ellos. Abajo los tienen.
Bien, ya les he dicho que la única materia del saber humano en la que puedo considerarme en parte un experto, es el rock. En este blog se hablará mucho de rock. Si alguno de ustedes es más partidario de la ópera o de los cantos gregorianos, está a tiempo de decírmelo para que le dé de baja. El rock, digamos que parte de dos fuentes: el country y el blues. En este post ya hemos escuchado dos vídeos que, con reservas, se pueden insertar en ambas tendencias. De la fusión de ambas surge el rock y yo quiero despedirme hoy con un rock patrio que es pura energía. Los autores son un grupo de Valencia que se autodenominan Los Zigarros. Algunos de mis seguidores más versados en leer poesía ya se habrán dado cuenta de que el título de este post está formado por grupos de tres sílabas con acento tónico en la tercera. Es parte del estribillo de esta canción, que define muy bien lo que va a ser este nuevo blog: Hablar, hablar, hablar, para no decir nada. Rock desencadenado para terminar. Disfrútenlo.