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lunes, 16 de diciembre de 2024

8. Sobreviviendo en un mundo volátil

Mis queridos lectores y seguidores: esto va a toda pastilla, el mundo gira y gira en su espacio infinito, con amores que comienzan, con amores que se han ido, con las penas y alegrías de la gente como yo… ¿Cómo dicen? ¿Que eso ya lo cantaba Jimmy Fontana hace lustros? Por supuesto, nada menos que en el año 1965; yo tenía por entonces catorce añitos y trataba de comprender lo que se me venía encima, allí en La Coruña, una ciudad entonces cerrada y claustrofóbica para mí, con un clima espantoso, que me resultaba muy agobiante. ¿Saben ustedes algo de Jimmy Fontana? Seguro que no. Jimmy está considerado aún hoy como un auténtico gigante de la música ligera italiana y todo gracias a ese tema inmortal.

Pero este señor ya tenía una larga carrera como músico de jazz, había tocado el contrabajo en diferentes grupos y se había animado a componer canciones menos complejas, con una de las cuales (Lady Luna, 1961) había incluso participado sin éxito en el festival de San Remo. En 1965 compuso Il Mondo, la canción en la que volcó sus preocupaciones y toda su sabiduría musical. Consciente del potencial del tema, buscó al maestro Ennio Morricone para que le hiciera el arreglo orquestal y el resultado y su repercusión internacional superaron todas las previsiones. El tema entró en las listas de todos los países e impulsó la carrera de este artista, que nunca igualaría ese éxito. Les voy a pedir que vean el vídeo que les pongo más abajo.

Jimmy Fontana, que por supuesto no se llamaba Jimmy ni se apellidaba Fontana, tenía un aire inconfundible de contable y, efectivamente, estudiaba contabilidad durante el día, aunque luego por la noche acudía a los antros romanos a tocar el contrabajo en sus sucesivos grupos de jazz, el último de los cuales llegó a ser liderado por él, bajo el nombre de Jimmy Fontana e il suo trío. Pero, sin verle mucho futuro a ninguna de sus dos profesiones, decidió componer una canción a la manera de Domenico Modugno, que era quien se llevaba todos los éxitos en ese momento. Jimmy era un músico sólido y compuso un Modugno que superaba al modelo. Un caso similar al de Otis Redding que, cansado de derrochar energía tribal en su música, decidió componer una canción a la manera de los Beatles, y le salió el Sitting on the dock of the bay, por el que todo el mundo lo recuerda.

Hala, ya se han entretenido un rato, a la vez que han aprendido algo que no sabían, con lo cual hemos matado dos pájaros de un tiro, según la conocida locución verbal que todavía se sigue usando, con permiso de las sociedades protectoras de animales. Por cierto, en inglés se dice to kill two birds with one stone, matar dos pájaros con una sola piedra. Eso es así en el inglés británico, que se usa en la mayor parte del imperio. En Norteamérica, donde las armas de fuego están por todas partes, la expresión se termina en cambio por with one shot, para deleite de los de la Asociación del rifle y en consonancia con la expresión española. Todavía no he empezado con el texto de este post y ya han aprendido ustedes una segunda cosa. Vale, ya no les vacilo más. Les decía que el mundo va a toda velocidad y cada vez se acelera más. Es como si todo el personal se pusiera a correr, antes de que Trump tome posesión, no vaya a ser el demonio que nos ponga todo patas arriba y ya no haya remedio.

Tal vez eso es lo que han pensado los rebeldes sirios que, en once días han terminado el trabajo que tenían atascado desde hace trece años. Yo que, como gallego soy desconfiado, estoy un poco mosca con la rapidez de este suceso. En la era de las comunicaciones por satélite, creo que, por muy primitivos y asilvestrados que sean estos rebeldes triunfadores, no se hubieran metido a una aventura que podía haberles salido fatal, sin una investigación previa de la inteligencia que les garantizase que el régimen corrupto de Bachar el Assad no iba a defenderse. Porque la cosa se ha hecho sin un solo disparo. Hasta puede que hayan consultado el tema con el mismísimo Trump. Pero esto son todo imaginaciones mías. Como esas interpretaciones que dicen que se está preparando la construcción de un gaseoducto desde Qatar a Occidente, para joder más a la industria del gas de Putin y necesitaban atravesar una Siria más afín. Lo que pasa ahora es que no se sabe en qué va a desembocar este movimiento táctico, que fácilmente puede terminar en un estado fallido, como Libia, Somalia o Haiti. En fin, ya veremos, dijo un ciego (otra locución verbal con la que les obsequio).

Otro que se ha apresurado a montarla antes de que Trump tome el mando es el presidente de Corea del Sur, en este caso de forma catastrófica para sus intereses, porque el país no estaba por la labor de volver a los tiempos de la dictadura de Park Chung-hee. Sobre este tema me mantengo en permanente contacto con mi hermano coreano Woo, que está lógicamente preocupado por la aceleración de los tiempos en esta era despendolada que amenaza con llevarse por delante a los más pintados, y si no que se lo pregunten a Macron. Pero es que, en un ámbito más cercano y cotidiano, a mí me afectan determinados cambios que veo como irreversibles y que hacen que mi pequeño mundo de jubilado hiperactivo se vea también directamente amenazado, a pesar de lo que he presumido tras mi viaje de vuelta al mundo de tres meses y medio.

Ya les dije que estoy encantado de haber hecho ese viaje antes de que todo se vaya a la mierda. Si llego a dejarlo para el año que viene, lo mismo ya no lo hubiera podido hacer. Otros cambios, sin embargo, me entristecen porque señalan el fin de una época. Como les comenté en el post precedente, yo ya no puedo ver películas de Netflix, porque me las desgracian con diversos cortes intermedios para publicidad. Y, algo todavía más grave, mi amiga Ana, la artesana de Chapinería a la que debo las zapatillas que llevo usando más de veinte años, ha cerrado su industria y ya no podré renovar las que tengo cuando se caigan a pedazos. Un indicativo más de un mundo que se se termina y, qué quieren que les diga, con más de 70 a uno ya le cuesta adaptarse a las novedades que se van sucediendo.

En esa línea, recibí ayer un audio de mi querido amigo Nacho, el director de la escuela de yoga The Mysore Shala, a la que llevo acudiendo tres años y medio. En él me anuncia que la escuela se cierra el 1 de enero. Después de trece años de actividad, Nacho ya no puede más y se va a dedicar a otras tareas, más o menos relacionadas con el yoga: talleres, retiros y similares, a los que yo no tengo ningún interés en ir. ¡Madre mía! Una de mis más recientes señas de identidad que se desvanece en el viento y cuyo recuerdo se perderá como lágrimas en la lluvia. Vamos, que sólo me falta que Henry Guitar deje de dar clases de guitarra, Ed suspenda sus clases de inglés on line y me cierren el Ricla. La verdad es que yo salgo a pasear por la calle Atocha y apenas queda ninguno de los negocios y tiendas de toda la vida. Las sustituyen otras dedicadas al turismo tóxico y pedorro que invade mi barrio haciéndolo inhabitable los fines de semana y empezando a extenderse ya a los jueves.

Esto del turismo es algo de locos, sobre todo después de superar la pandemia. En estos días de Navidad, el centro se llena hasta más allá de su cabida con alcoranos y similares. ¿Cómo dicen? ¿Que no saben lo que son los alcoranos? Pues es un término que me proporcionó mi querida amiga África a la que visité el otro día. Alcorano es el gentilicio que distingue a los naturales de Villarejo de Salvanés, según mi acreditada manía, los más paletos de la Comunidad de Madrid. También se llena el centro de gentes de Toledo, Ávila o Segovia, más todos los pueblos de esas provincias, en los que se organizan excursiones en autobús de un solo día, para que los lugareños puedan ver las luces y la obra calamitosa de la Puerta del Sol, cuya estación de Metro ha de cerrar las puertas de entrada y salida en las horas punta para evitar peligrosas avalanchas. Y, en compensación, me dicen amigos de Ávila y Toledo que en los fines de semana, sus ciudades se llenan de madrileños, que las hacen invivibles.

Lo dicho: estamos todos locos. Pero el caso es que el mundo, tanto privado como más extenso, se ha acelerado y yo constato innumerables cambios en comparación con mi situación hace un año. Por un lado, tengo sobre mis espaldas un viaje de vuelta al mundo de tres meses y medio que me ha cambiado bastante en profundidad y que quedó debidamente reseñado en el blog The Road Runner Trip. Mi blog cotidiano ha cambiado de formato y ahora se nutre de un post cada quince días de media, lo que no le ha gustado a todos mis seguidores, pero es otra muestra más de la evolución de los tiempos. Y también ha cambiado mi situación personal, tal como les he sugerido en diversas informaciones colaterales de mis últimos posts. De ser un solitario irredento y empedernido capaz de irse por ahí un cuarto de año de ciudad en ciudad, he cambiado mi estatus al de LAT que, según las redes sociales es lo más cool de los modelos familiares, el colmo de la modernidad.

¡Ah, que tampoco saben lo que es el modelo LAT! ¡Joder, mira que saben ustedes pocas cosas! Pues enseguida se lo explico: LAT es un acrónimo inglés que significa Living Apart Together, es decir, vivir juntos separados. Ya saben que no es mi costumbre dar muchos detalles en este blog sobre mi vida privada y que los que siguen este blog en su mayor parte tienen otras formas de contactar conmigo si la curiosidad les puede. Pero no olviden que la curiosidad mató al gato, que no es ya una locución verbal, sino lisa y llanamente un aforismo. Pero, como forofo reciente del modelo LAT, he tenido que poner en cuestión mi anterior fobia a la Navidad y elegir entre seguir ejerciendo de perro verde o adaptarme un poquito a los nuevos tiempos. Y, como es natural, he elegido lo segundo. Y esa transformación me ha llevado a instalar un árbol de Navidad en mi casa, algo que no hacía desde hace casi veinte años, cuando huí de mi familia de Torrelodones. Vean que no les engaño.

La verdad es que la Navidad tiene siempre para mí un componente positivo que es que mis dos hijos vienen a casa desde las tierras lejanas en las que habitan. Kike llega pasado mañana y Lucas está ya conmigo, para deleite de Tarick Marcellino, que no se le quita de encima en todo el día, como pueden comprobar en el vídeo de abajo. A Tarick no le mola nada este frío y se pasa los días entre el regazo de Lucas y los radiadores de calefacción, junto a los que se suele instalar a dormir. Y, desde luego, no le ha llamado nada la atención el árbol, que me compré en el Corte Inglés y que a Lucas le ha dejado boquiabierto.

Pero en absoluto se crean que ese espíritu navideño, teñido de falso buenismo, me hace abdicar de mis juicios sobre este mundo desigual y perverso en el que vivimos, en el que el dinero y el poder lo determinan todo. El capitalismo desbocado nos ha llevado a una situación en la que los florentinos y similares lo dominan todo. Y en el que los negocios más lucrativos son sin duda los ilegales: la droga, el tráfico de personas, la prostitución o la venta de armas, por no hablar del tráfico de órganos. Y todos ellos necesitan procedimientos de blanqueo del dinero negro, lo que explica el auge desmedido del turismo. Nos han engañado a todos para que los de A vayamos a B y los de B a A de manera compulsiva. El turismo masivo es la vía ideal para el blanqueo del dinero sucio.

En ese contexto les quiero relatar una historia que me ha afectado directamente. Es algo nimio, pero significativo. Hace unos siete u ocho años, yo recibí una inesperada cantidad de dinero, vía herencia, y antes de usar la mayor parte en inversiones que no les voy a detallar aquí, decidí darme dos caprichos, que se contaron en el blog: hacerme socio de ACNUR y comprar acciones del Deportivo de La Coruña. Respecto a lo segundo, por aquellos tiempos las acciones estaban tasadas en 60€ cada una. Yo compre 20, así que invertí 1.200€. El club de mis amores estaba pasando por apuros económicos que lo llevaron a la tercera división nacional y pedía ayuda para saldar la deuda monumental que tenía.

Unos años después, el club emprendió una ampliación de capital, destinada a salir de la situación concursal, y ofreció a los accionistas como yo duplicar su inversión, trapo al que entré diligente. Pasé a tener entonces 40 acciones, por valor de 2.400€. Tras eso, me he desentendido un poco, no voy a las juntas de accionistas, pero he seguido por la prensa el brillante proceso que le ha permitido a la propiedad mayoritaria del club, la entidad bancaria ABANCA, saldar la deuda entera y convertirse en un club saneado, ya en la Segunda División y con pretensiones de subir a Primera. Eso sí, cada vez que pasaba unos días en La Coruña, me acercaba por la sede social para interesarme por mi inversión. La última vez, las acciones estaban a 60,10€, que es como si hubieran bajado, pero eso entendía yo que ayudaba al club a ir saliendo de la penuria.

Pero en agosto pasado visité de nuevo La Coruña, como saben, y me acerque como de costumbre a preguntar qué había de lo mío. Y, para mi gran sorpresa, me informaron que este 27 de mayo, mientras estaba yo en Sydney, Australia, el club había anunciado que, para terminar de una vez con la deuda, había decidido rebajar el valor de las acciones, desde 60,10€ a 0,08. Como lo oyen (o lo leen). Es decir, que, gracias al Depor de mis penares, están ustedes leyendo el blog de un auténtico millonario, titular de acciones del club por valor de 3,20€. No sé lo que piensan ustedes (una vez que hayan dejado de carcajearse a mi costa) pero a mí me parece una indecencia que esto sea posible legalmente. Es que así es como funciona el capitalismo salvaje este en el que nos tratamos de desempeñar.

Frente a esto yo tengo dos caminos: el primero es dejar esas acciones como están, para seguir siendo accionista nominal y esperar a ver si poco a poco se van revaluando, algo que creo que sucederá cuando las ranas críen pelo. El segundo es vendérselas a ABANCA, la entidad bancaria mayoritaria, autora de la tropelía por la que todo el mundo le felicita. Me llevaría esos poco más de tres euros, pero podría consignarlo como pérdida patrimonial en la siguiente declaración de Hacienda que haga, y desgravarme un poquito, que este mundo cruel está organizado para los listillos y aprovechados que conocen todos los trucos.

En medio de este carrusel de historias cambiantes que nos acosan en un mundo acelerado que no se toma un respiro, hay también noticias agradables. El Madrí y el Barça están ahora mismo pinchando, lo que le ha puesto la Liga en bandeja al Atleti, de lo que me congratulo. Y el Dépor está ya en Segunda, peleando por mantenerse y tratar de ascender a Primera, si no es este año, el que viene. Y, lo que más gusto me da, es ver que Guardiola pierde un partido tras otro, por primera vez en la historia. Ya me había alegrado de la caída de Mourinño (una persona repulsiva y pésimo entrenador), que está penando por Turquía, como antesala de su vuelta a su tierra a entrenar al Rio Ave o algún club del mismo pelaje. Guardiola es un buen entrenador, quizá el mejor, pero también una persona repulsiva, en mi opinión. Y nada mejor que asistir a su estrepitosa caída, que evidencia la imagen de abajo.

Pero, fuera coñas como decimos en mi tierra, la situación de nuestro mundo pinta mal, con la victoria de Trump y la amenaza mundial de los populismos de extrema derecha que amagan con acabar con la Democracia. Trump se vende a sí mismo como el tipo que va a acabar con todas las guerras en marcha, de las que culpa a Biden. Ahora todo el mundo se echa las manos a la cabeza con el indulto preventivo de su hijo, algo que este anciano gagá había prometido no hacer nunca. No sé de qué se extrañan; también había prometido que estaría sólo cuatro años en el cargo y ha habido que desprenderlo del sillón con agua caliente. Respecto a Trump, ya-veremos-dijo-un-ciego, pero de un tipo tan colérico e imprevisible se puede esperar cualquier cosa.

Y a pesar de todas las amenazas de este mundo acelerado que camina imparable hacia su desaparición, hay cosas que permanecen. En mi barrio ya no quedan casi tiendas ni bares de los antiguos, mi academia de yoga cierra, mi amiga Ana ya no hace zapatillas de casa de piel de cordero y mis acciones del Dépor valen tres euros. Pero pasado mañana es el día de Santa Lucía. Y dicen en mi tierra que por Santa Lucía, mengua a noite e crece o día. A partir de pasado mañana, las tardes empiezan a estirar. Lo que pasa es que las mañanas continúan encogiendo y la suma de ambos fenómenos da un saldo negativo a la duración de los días, hasta el 20 de diciembre, día del solsticio y el día más corto del año. Luego, las mañanas siguen encogiendo todavía hasta el 27, pero el saldo empieza ya a ser positivo.

Y a partir del 27, los días crecen por el principio y por el final. Ya saben también que, por la inercia térmica de la Tierra, los días más fríos se sitúan estadísticamente en torno al 20 de enero. Fenómenos todos ellos derivados de la llamada eclíptica, la inclinación del eje de rotación de la Tierra con el eje de traslación alrededor del sol, causante también de las estaciones, simétricamente opuestas en ambos hemisferios. Ese ángulo fue medido con precisión por Eratóstenes de Cirene, sabio griego del siglo III antes de Cristo, que estableció su magnitud en 23 grados y 51 minutos, amplitud después confirmada por el egipcio Ptolomeo. Y nadie les ha enmendado la plana.

Si la Tierra mantiene la eclíptica desde tiempos inmemoriales, tal vez no todo esté perdido. Así que dedíquense ustedes a disfrutar con fruición de los tiempos navideños, sean buenos, no sean perros verdes como yo lo era hasta este año y a ver si tienen suerte y les toca la Lotería. Hace poco salió por la tele un supuesto sabio que enseñó un saco de arroz de muchos kilos, echó allí un granito negro y dijo después que la probabilidad de encontrar ese granito era muy superior a la que tenemos de que nos toque la Lotería. A mí no me toca nunca, desde luego, pero en la puerta de Doña Manolita hay una cola de postulantes esperanzados que este año llega a la Gran Vía y da la vuelta hasta el Uniqlo, que ocupa ahora el edificio donde estaba antes el cine Avenida, donde yo vi dos veces Blade Runner. ¿Será por lo acojonado que está el personal con las perspectivas mundiales? No lo sé. En cualquier caso, ya veremos dijo el ciego. 

2 comentarios:

  1. Buena lección de astronomía, nivel divulgación. Debería usted pedir el ingreso en nómina en Selecciones del Reader Digest. Perdón por la coña; que esos cambios en su vida sean para bién y que pase usted unas felices fiestas.

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    1. Gracias amigo, lo mismo para usted y siga con la coña, el humor es lo último que debe mantenerse. Desconozco si esas Selecciones siguen existiendo, a mí me suena a la infancia.

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