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jueves, 30 de enero de 2025

12. Saliendo del hielo

Muy bien. Aquí me tienen escribiendo todavía desde el móvil. Llevo casi un mes congelado en este mundo glacial fuera de mi universo habitual interconectado por los ordenadores, del que fui expulsado por el fracaso sobrevenido de la carcasa de mi Lenovo de poco más de año y medio de antigüedad, lo que me ha llevado a sobrevivir flotando por el espacio digital exterior durante un lapsus mayor que el previsto, en espera de una redención casi homérica por lo ardua que ha resultado la reparación de marras. Y, como el espía que surgió del frío hace ya varios lustros, me dispongo a irme descongelando poco a poco. Porque es un largo proceso este de volver a tener el ordenador a punto, pero tengo buenas noticias, mi calvario está a punto de terminar y les voy a resumir la historia de este coñazo.

Cómo les conté, yo llevé mi ordenador en proceso de descuajaringamiento severo e irreversible al servicio postventa de la tienda MediaMarkt sita en la Plaza del Carmen, en donde lo entregué el día 8 de los corrientes. En el recibo que me dieron, se incluía un código QR, escaneando el cual yo podía informarme de cómo iba el proceso de reparación.

Por ese sistema me enteré de que el aparatito había sido enviado al servicio técnico de Lenovo el día 11. La chica del mostrador de la tienda donde me atendieron, se había mostrado escéptica respecto a la posibilidad de que el arreglo de mis desperfectos quedase cubierto por la garantía. Me dijo que lo más probable era que me enviaran un presupuesto del arreglo para ver si yo lo aceptaba, antes de acometer la reparación técnica del desaguisado.

A partir de entonces, nada. Un estruendoso silencio, y perdónenme por usar un oxímoron tan trillado. La información que me facilitaba el código QR permanecía intacta. Incluso me pasé un día por la tienda y la misma chica me dijo que no se podía hacer nada, que debía ser paciente. Y lo cierto es que, cuanto más tiempo pasaba, más solidez cobraba mi esperanza de que la garantía cubriera todos los costes de la reparación porque, para evaluar los desperfectos y proponerme un presupuesto del arreglo, no hacía falta demorarse casi un mes.

Por fin este lunes 28 de enero, el mensaje del QR saltó al paso siguiente: el ordenador estaba reparado, chequeado su funcionamiento y en espera de ser enviado al Centro Logístico de MediaMarkt en Madrid. El martes por la mañana el aparato ya estaba en dicho Centro y ayer por la mañana se me informó de que el aparato ya estaba de camino a la tienda de la plaza del Carmen. Por la tarde me llamaron de la propia tienda para confirmarme que ya podía ir a recogerlo. Pero ayer tenía yo sesión con Henry Guitar en Palomeras y no podía ocuparme del tema.

Finalmente, está mañana después de mi clase de inglés on line, he caminado hasta la tienda y he recogido el aparato que, he de confesarlo, tiene un aspecto como si fuera nuevo, es una maravilla. En casa he empezado a trastear, he recuperado mis cuentas de Google, Gmail y Blogger, he reinstalado mis contraseñas y me he dispuesto a escribirles a ustedes. Pero aquí han aparecido los últimos obstáculos. El problema es que los tipos del taller han borrado más cosas de las que yo había salvado en un disco duro externo.

En concreto, me han eliminado el paquete completo del Office, que era una versión pirateada del Windows 16, que me instaló un amigo friki que sabe de estas cosas. Y el Office incluye una serie de aplicaciones que yo uso cotidianamente: Word, Excel, Power Point. Además del Adobe, el Zoom, el Handbrake y alguno más. Así que ahora no dispongo de un Word para poder escribir cómodamente en mi teclado, corregir textos y luego copiar y pegar en la ventana de nuevas entradas del blog. Y esto lo estoy escribiendo directamente en el móvil.

Por supuesto que Microsoft me ofrece usar gratuitamente su Word de última generación, pero sólo hasta el 4 de febrero, que tiene cojones lo cutres y rácanos que son. Menudos listos están hechos estos de Microsoft. Después de usarlo gratis una semana, tendría que pagar para que me instalaran el paquete entero del Office. Es la forma de operar del capitalismo, sobre lo que prometo extenderme en mi próximo post ya escrito en mejores condiciones.

Así que he llamado a mi amigo friki, para que me vuelva a instalar un pirata. Para ello he de ir a su casa y me ha dicho que le va mejor por las tardes. Hoy tengo yoga, así que hemos quedado para mañana viernes. Ya ven que mi calvario se acerca al añorado final. Les pido un último esfuerzo de paciencia. Dicen en mi tierra que nunca choveu que logo non escampara. Aquí los claros en el cielo se empiezan a intuir cerca. Sean buenos, que ya falta menos.

Hasta aquí lo que había escrito en el movil esta mañana antes del mediodía. Después he salido a tomarme un vermú con mis colegas, he comido ligero como cada día que tengo yoga vespertino, me he echado una siesta y he retomado mi trabajo con el ordenador. Se me había ocurrido que, puesto que yo tengo los textos de mis anteriores posts guardados como archivos Word en un disco externo, podía tomar uno cualquiera de ellos e intentar escribir sobre lo ya escrito. Pero no ha colado. En cuanto he abierto el primer archivo, Microsoft me ha invitado educadamente a sumarme al proceso de descarga del Office de pago, proceso que yo había rechazado por la mañana.

Pero sí he podido hacer algunas cosas. Abriendo en el ordenador el programa Blogger, en donde había copiado este texto, he podido ponerle los márgenes alineados, además de utilizar las cursivas para la pequeña cita en gallego de dos párrafos más arriba. Si no tuviera prisa, podría añadirles alguna foto, pero creo que es más prudente que espere a que mi amigo friki me instale el Office pirata y pueda trabajar con él a gusto. Supongo que no se han dejado ustedes de percatar de algo: todo esto es un puro mamoneo; si de verdad nos tienen tan vigilados y controlados, ellos, los otros, sabrán perfectamente que yo estoy usando un software pirata, como cientos de miles de ciudadanos. Pero, ¿qué van a hacer? ¿Tal vez mandarme una partida de policías pagados por Elon Musk para que me sacudan con sus porras?

Esto está en la última fase del proceso. Tengan paciencia, que más pronto que tarde les volveré a obsequiar con mis posts habituales, con fotos, vídeos y reflexiones diversas (eso sí: a ritmo de tran-tran). Se lo repito: sigan siendo buenos. Tarik Marcellino y yo les deseamos otra vez un feliz año nuevo, que esto no ha hecho más que empezar.

domingo, 19 de enero de 2025

11. Verlo de venir

Supongo que conocen el viejo dicho manchego: no es lo mismo decir "que viene el lobo", que verlo de venir. Pues es un dicho o refrán que tiene plena vigencia hoy, víspera de la toma (o retoma) de posesión del señor Trump, que va a iniciar un período imprevisible, seguramente nefasto, aunque ya veremos cuánto.

Como, supongo, deducen ustedes a la vista del formato de este texto, sin alinear los márgenes por ambos lados, continúo sin ordenador, de modo que este post lo estoy escribiendo en el móvil, algo que resulta muy incómodo. No he conseguido averiguar cómo se establece el margen derecho, por más que lo he intentado. Lo que sí he conseguido es subir fotos, un paso que es sencillo con el ordenador, pero bastante engorroso con el móvil. Abajo la prueba.


Lo de la falta de ordenador es indudablemente un incordio para mi, en esta situación no puedo cumplir con ustedes en unas condiciones mínimas de calidad de edición, pero es lo que hay: yo llevé el aparatito al servicio técnico de MediaMarkt el miércoles 8 de enero. El calvo que me había atendido en el MediaMarkt de Rivas un día  antes me dijo que era posible que mis desperfectos los cubriera la garantía, pero la colombiana joven y con exceso de maquillaje que me lo recogió finalmente en la tienda de la plaza del Carmen, se mostró bastante escéptica: seguramente me darían un presupuesto del arreglo para que yo decidiera.

Nada más volver a casa, ya tenía en mi correo un mensaje automático de recepción del pedido de reparación, con un número de seguimiento para que pregunte cómo va la cosa. Desde entonces, silencio absoluto.

Mañana lunes volveré a comprobar mis entradas y, si sigue ese silencio, buscaré con el número de seguimiento a ver si me entero de algo. Entre medias, he podido saber que la marca Lenovo, que empezó como una especie de linea complementaria de IBM, con toda la garantía y prestigio de la marca madre, después fue comprada por los chinos. 

Eso explica completamente por qué sus productos son tan malos. Mi ordenador iba bien, pero no es normal que la carcasa se descuajaringue apenas año y medio después de comprarlo. Cierto que he dado la vuelta al mundo con él, pero lo he tratado con el debido cuidado y no se ha llevado ningún golpe. No me queda otra que esperar acontecimientos. A ver qué me dicen los del servicio técnico.

Estos días he estado felizmente de visita en la siempre apasionante ciudad de Atenas. En relación con lo anterior les confesaré que, en mis anteriores viajes solitarios, no concebía viajar sin ordenador. Ahora que he inaugurado una nueva modalidad (viajar acompañado), he tenido ya dos experiencias previas antes de Atenas. A Asturias me llevé el ordenador, pero no llegué a sacarlo de la maleta. Ante eso, ya viajé sin él a Amsterdam en diciembre. Así que en este tercer viaje ya estaba acostumbrado a ello. En Atenas hay suficientes entretenimientos como para no echar de menos el computer, parakaló.


Les diré que los dos primeros días de estancia, apenas paró de llover, algo que para un coruñés no es un gran problema y que nos permitió visitar la Acropolis sin apenas turistas. Ya con buen tiempo, subimos a la colina Filopapos, desde la que se pueden contemplar las mejores vistas del conjunto de la Acropolis. Desde esa zona se podían divisar a simple vista las hordas de turistas que suelen atiborrar el lugar en un día sin lluvia.

Por lo demás, el nuevo gobierno de Trump está a punto de arrancar, lleno de milmillonarios y representantes selectos del nuevo capitalismo tecnológico. En el fondo no es nada nuevo, es lo que ya en la antigüedad se llamó la plutocracia. Es una travesía del desierto que hemos de pasar y tal vez sea un mal necesario para que las masas que han votado a este señor se convenzan de que no les va a arreglar sus problemas.

En una de mis habituales simplificaciones históricas, les diría lo siguiente. El mundo tal como lo conocimos los de mi generación, es decir, los boomers, surge de la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. Los ganadores de la guerra se organizan en dos bloques, separados por el llamado "telón de acero". De este lado, el señor Roosevelt crea las bases del capitalismo avanzado, intercalando medidas de derechas y de izquierdas, lo que determina un mercado regulado por leyes justas e igualitarias, que permiten que surjan pequeñas y medianas empresas y dan a la sociedad un dinamismo nunca antes experimentado.

Eso genera un progreso extraordinario, no distribuido universalmente, cierto, pero que hace salir a mucha gente de la pobreza, genera una clase media bastante próspera en la que la vida cotidiana se facilita con los nuevos electrodomésticos: neveras, lavadoras, planchas, etc. Frente a eso, en el otro lado está el señor Stalin con su régimen de terror, que acabará hartando a su población y generando el fracaso de este sistema.

Pero el capitalismo es insaciable, como la avaricia humana. Las grandes empresas multinacionales empiezan a quejarse del exceso de normas que ven como un corsé que les impide ganar más dinero todavía. Y claman por lo que se dio en llamar la "desregulación". Encontraron una comprensión cómplice en los señores Reagan y Thatcher, que se aplicaron a eliminar normas, pese a las advertencias de gente como Karl Popper que defendían un mercado más regulado.

A las multinacionales les sobraban las leyes de mercado y lograron eliminarlas en buena parte. Eso hizo que el sistema empezara a regularse por una especie de ley de la jungla en la que los grandes se comen a los pequeños. En ese caldo de cultivo surgieron los grandes magnates de la tecnología digital, como Musk, Zuckerberg o Bezos, que son los que cortan ahora el bacalao, desde sus puestos de cabeza en la listas de ricachones de Forbes.

Y quieren más, como era de esperar. En los tiempos de Reagan les sobraban las leyes de mercado. Ahora les sobra además la democracia. Ese es el quid de la cuestión. Y, como dominan las redes sociales y los mass media, llevan años sembrando ideas contra la propia democracia. Esas ideas impregnan ya el mundo y por eso ganan Trump y otros como él.

Una cosa que no sé le puede achacar a Trump es que mienta o disimule lo que realmente quiere. En realidad habla con bastante claridad. Por eso es de cajón la lista de invitados a su toma de posesión: Meloni, Milei, Abascal o el presidente de Hungría. También ha invitado a Bolsonaro, pero a este le han quitado el pasaporte por estar procesado en su país, por intentar cambiar el resultado electoral en los últimos comicios, los que perdió con Lula.

Tiempos sombríos los que nos aguardan en los meses venideros. Habremos de estar bien atentos. De momento, yo voy a ver qué pasa con mi ordenador, que así no puedo mantener un blog en condiciones. Sigan ustedes pendientes, que les tendré al corriente.

miércoles, 8 de enero de 2025

10. Una interrupción obligada

Queridos lectores, les comunico que he de dejar temporalmente el cuidado y mantenimiento de este blog que tanto les entretiene, por un motivo de fuerza mayor: mi ordenador se ha empezado a descuajaringar estás Navidades y apenas puedo abrirlo, porque cada vez se desarma más. Ante ello he empezado a tomar medidas. En primer lugar, buscar el ticket de compra, que tiene fecha de mayo de 2023.

Con el aparato y el ticket me acerqué a MediaMarkt-Rivas, en donde lo compré. En el servicio de atención postventa, un calvorota súper-amable, me dio varias informaciones útiles. UNO, el aparato tiene una garantía de tres años. Si se lo dejo, ellos se limitan a mandarlo a la casa Lenovo, para que valoren el tema. Preguntado por la previsible respuesta de la marca, me contestó en gallego: unas veces estás averías las cubre la garantía, otras no. En caso de que no, el arreglo podría costar unos 100€, si sólo están rotas ambas tapas de la carcasa. Si además está afectada la bisagra, podría ser algo más. El plazo en el que me voy a quedar sin ordenador es de unos 15 días.

Llegados a este punto, el calvo me hizo una foto de la zona dañada y, en el último segundo antes de quedarse con el aparato, preguntó: le habrá borrado usted toda la información personal que pueda contener. Obviamente, yo no había borrado nada. Me explicó entonces que los del servicio técnico están obligados a borrar toda esa informacion por la Ley de Protección de datos. Así que volví a llevarme el ordenador. Una última información útil: en cuanto tenga esa información salvada en un disco duro externo, yo puedo llevar el aparato a cualquier tienda de MediaMarkt. Por ejemplo, a la de la Plaza del Carmen, a la que llego andando en 15 minutos.

Ayer por la tarde copié toda la información personal en mi disco duro externo, vacié la papelera y eliminé el historial y las contraseñas de todas las páginas de Internet que suelo usar. No me di cuenta de que el ordenador se quedaba inutilizable. Está mañana me he dispuesto a escribirles este post y el aparato ha preguntado que quién coño era yo. El resultado es que esto lo estoy escribiendo con el móvil, tarea en la que soy muy poco ducho. 

Les pido disculpas. En cuanto publique este post, me ducharé, me vestiré y saldré a llevar el ordenador a la tienda. Esto de estar quince días sin mi fiel aparato, que me ha acompañado durante mi vuelta al mundo, es una experiencia nueva. Ni siquiera sé si podré activar desde el móvil la opción de comunicar está publicación a todo el mailing de seguidores. Les cuento también que una gran parte de ese tiempo me la voy a pasar en Atenas, adonde viajo este domingo por la tarde.

Les pido que tengan paciencia. Este tiempo sin ordenador se terminará, igual que se han terminado las navidades y los alcoranos y similares se han vuelto a retirar a sus guaridas. Ustedes sigan siendo buenos y adéntrense sin miedo en el año que empieza. Buenos días y buena suerte.