AQUÍ

domingo, 19 de enero de 2025

11. Verlo de venir

Supongo que conocen el viejo dicho manchego: no es lo mismo decir "que viene el lobo", que verlo de venir. Pues es un dicho o refrán que tiene plena vigencia hoy, víspera de la toma (o retoma) de posesión del señor Trump, que va a iniciar un período imprevisible, seguramente nefasto, aunque ya veremos cuánto.

Como, supongo, deducen ustedes a la vista del formato de este texto, sin alinear los márgenes por ambos lados, continúo sin ordenador, de modo que este post lo estoy escribiendo en el móvil, algo que resulta muy incómodo. No he conseguido averiguar cómo se establece el margen derecho, por más que lo he intentado. Lo que sí he conseguido es subir fotos, un paso que es sencillo con el ordenador, pero bastante engorroso con el móvil. Abajo la prueba.


Lo de la falta de ordenador es indudablemente un incordio para mi, en esta situación no puedo cumplir con ustedes en unas condiciones mínimas de calidad de edición, pero es lo que hay: yo llevé el aparatito al servicio técnico de MediaMarkt el miércoles 8 de enero. El calvo que me había atendido en el MediaMarkt de Rivas un día  antes me dijo que era posible que mis desperfectos los cubriera la garantía, pero la colombiana joven y con exceso de maquillaje que me lo recogió finalmente en la tienda de la plaza del Carmen, se mostró bastante escéptica: seguramente me darían un presupuesto del arreglo para que yo decidiera.

Nada más volver a casa, ya tenía en mi correo un mensaje automático de recepción del pedido de reparación, con un número de seguimiento para que pregunte cómo va la cosa. Desde entonces, silencio absoluto.

Mañana lunes volveré a comprobar mis entradas y, si sigue ese silencio, buscaré con el número de seguimiento a ver si me entero de algo. Entre medias, he podido saber que la marca Lenovo, que empezó como una especie de linea complementaria de IBM, con toda la garantía y prestigio de la marca madre, después fue comprada por los chinos. 

Eso explica completamente por qué sus productos son tan malos. Mi ordenador iba bien, pero no es normal que la carcasa se descuajaringue apenas año y medio después de comprarlo. Cierto que he dado la vuelta al mundo con él, pero lo he tratado con el debido cuidado y no se ha llevado ningún golpe. No me queda otra que esperar acontecimientos. A ver qué me dicen los del servicio técnico.

Estos días he estado felizmente de visita en la siempre apasionante ciudad de Atenas. En relación con lo anterior les confesaré que, en mis anteriores viajes solitarios, no concebía viajar sin ordenador. Ahora que he inaugurado una nueva modalidad (viajar acompañado), he tenido ya dos experiencias previas antes de Atenas. A Asturias me llevé el ordenador, pero no llegué a sacarlo de la maleta. Ante eso, ya viajé sin él a Amsterdam en diciembre. Así que en este tercer viaje ya estaba acostumbrado a ello. En Atenas hay suficientes entretenimientos como para no echar de menos el computer, parakaló.


Les diré que los dos primeros días de estancia, apenas paró de llover, algo que para un coruñés no es un gran problema y que nos permitió visitar la Acropolis sin apenas turistas. Ya con buen tiempo, subimos a la colina Filopapos, desde la que se pueden contemplar las mejores vistas del conjunto de la Acropolis. Desde esa zona se podían divisar a simple vista las hordas de turistas que suelen atiborrar el lugar en un día sin lluvia.

Por lo demás, el nuevo gobierno de Trump está a punto de arrancar, lleno de milmillonarios y representantes selectos del nuevo capitalismo tecnológico. En el fondo no es nada nuevo, es lo que ya en la antigüedad se llamó la plutocracia. Es una travesía del desierto que hemos de pasar y tal vez sea un mal necesario para que las masas que han votado a este señor se convenzan de que no les va a arreglar sus problemas.

En una de mis habituales simplificaciones históricas, les diría lo siguiente. El mundo tal como lo conocimos los de mi generación, es decir, los boomers, surge de la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. Los ganadores de la guerra se organizan en dos bloques, separados por el llamado "telón de acero". De este lado, el señor Roosevelt crea las bases del capitalismo avanzado, intercalando medidas de derechas y de izquierdas, lo que determina un mercado regulado por leyes justas e igualitarias, que permiten que surjan pequeñas y medianas empresas y dan a la sociedad un dinamismo nunca antes experimentado.

Eso genera un progreso extraordinario, no distribuido universalmente, cierto, pero que hace salir a mucha gente de la pobreza, genera una clase media bastante próspera en la que la vida cotidiana se facilita con los nuevos electrodomésticos: neveras, lavadoras, planchas, etc. Frente a eso, en el otro lado está el señor Stalin con su régimen de terror, que acabará hartando a su población y generando el fracaso de este sistema.

Pero el capitalismo es insaciable, como la avaricia humana. Las grandes empresas multinacionales empiezan a quejarse del exceso de normas que ven como un corsé que les impide ganar más dinero todavía. Y claman por lo que se dio en llamar la "desregulación". Encontraron una comprensión cómplice en los señores Reagan y Thatcher, que se aplicaron a eliminar normas, pese a las advertencias de gente como Karl Popper que defendían un mercado más regulado.

A las multinacionales les sobraban las leyes de mercado y lograron eliminarlas en buena parte. Eso hizo que el sistema empezara a regularse por una especie de ley de la jungla en la que los grandes se comen a los pequeños. En ese caldo de cultivo surgieron los grandes magnates de la tecnología digital, como Musk, Zuckerberg o Bezos, que son los que cortan ahora el bacalao, desde sus puestos de cabeza en la listas de ricachones de Forbes.

Y quieren más, como era de esperar. En los tiempos de Reagan les sobraban las leyes de mercado. Ahora les sobra además la democracia. Ese es el quid de la cuestión. Y, como dominan las redes sociales y los mass media, llevan años sembrando ideas contra la propia democracia. Esas ideas impregnan ya el mundo y por eso ganan Trump y otros como él.

Una cosa que no sé le puede achacar a Trump es que mienta o disimule lo que realmente quiere. En realidad habla con bastante claridad. Por eso es de cajón la lista de invitados a su toma de posesión: Meloni, Milei, Abascal o el presidente de Hungría. También ha invitado a Bolsonaro, pero a este le han quitado el pasaporte por estar procesado en su país, por intentar cambiar el resultado electoral en los últimos comicios, los que perdió con Lula.

Tiempos sombríos los que nos aguardan en los meses venideros. Habremos de estar bien atentos. De momento, yo voy a ver qué pasa con mi ordenador, que así no puedo mantener un blog en condiciones. Sigan ustedes pendientes, que les tendré al corriente.

4 comentarios:

  1. Pues si es más lioso escribir con el movil Como me está pasando a mí ahora jaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jesus desde Villarcayo un saludote y no os quejeis que tambien corrige la ortografia.

      Eliminar
    2. Escribir en el móvil es un verdadero coñazo.

      Eliminar
    3. ¡¡Chus!! Qué alegria de encontrarte por aquí comentando. A ver si este año conseguimos vernos. Y enhorabuen a por la nieta.

      Eliminar