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jueves, 19 de septiembre de 2024

2. Sobre el origen de mis blogs y otras divagaciones

Mi amiga África se queja de que no he publicado nada en mi nuevo blog desde hace veinte días y dice que debería cambiarle el título por Reflexiones de Pascuas a Ramos. Se siente estafada por este mi nuevo invento, reivindica su pedazo, dice que ella ya puso la plata y el pedazo no está. ¿Cómo dicen? ¿Que no saben de qué hablo? Mis disculpas. Ya les avisé de que este foro va a hablar sobre todo de rock y de blues y este acertijo de más arriba hace referencia a la letra de una vieja pìeza del rock argentino, tal vez el que mejor se ha desempeñado en castellano. El Rock del Pedazo es sintético como un disparo y responde a la pluma del grupo Ratones Paranoicos, un combo argentino que empezó allá por los ochenta y sigue dando guerra cuarenta años después. Escúchenlo y seguimos.

En fin, yo comprendo que hay algunos de mis seguidores habituales que tienen mono de mis paridas cotidianas. No en vano, hoy se cumplen doce años de mi primera incursión en el mundo blogger; fue precisamente el 19 de septiembre de 2012 cuando publiqué el primer post de Reflexiones a la carrera, que se titulaba Hágase la luz. Tenía yo por entonces 61 añitos, me comía el mundo con patatas y estaba todavía activo en el Ayuntamiento de Madrid, pero al comienzo de una fase, digamos, valle de mi carrera administrativa, inducida por la llegada a la alcaldía de la señora Botella, una dama muy pija de la derecha más rancia y no demasiado preparada para el cargo, aunque no exenta de buenas intenciones. Quizá convenga detenernos un poco en las consecuencias que el advenimiento de Mrs. Bottle tuvo en mi vida y en su deriva subsiguiente.

Esta señora, de urbanismo, sabía lo justo (no se crean que Almeida sabe mucho más). Por hacer una cierta simplificación, el urbanismo se desarrolla a través de dos tipos de proyectos. De un lado están: los de planificación, que pretenden anticiparse o actuar de forma preventiva, para intentar condicionar el desarrollo futuro de la ciudad de modo que se ajuste a unas directrices determinadas. Del otro lado, están los que podemos llamar remediales, destinados a actuar a posteriori, a arreglar situaciones inconvenientes, generalmente causadas por la mala planificación, o la ausencia total de planificación. Por lo que yo he observado en mi larga carrera municipal, la derecha desprecia completamente la planificación, prefiere que los grandes intereses inmobiliarios privados hagan y deshagan a su antojo sin condicionarlos demasiado. Luego, si algo produce malos efectos en la ciudad, se intenta arreglar con proyectos remediales, no siempre exitosos.

Como la señora Botella no estaba demasiado interesada en planificar la ciudad a medio y largo plazo, puso al frente del Área de Urbanismo a una analfabeta total en el tema, encima afectada por el llamado miedo escénico, lo que le hizo estar los tres años de mandato encerrada en su despacho sin salir a ver la ciudad ni saludarnos a los funcionarios. Además de esto, la ciudad estaba endeudada por encima de lo autorizado por la Ley de Haciendas Locales, y, de hecho, estaba intervenida por el señor Montoro. En esas condiciones, todos los ingresos que se generasen debían dedicarse al pago de la deuda y además había que ahorrar de todas las maneras posibles. Es por eso que la señora alcaldesa recortó servicios sociales, de limpieza y de mantenimiento de las calles, vendió pisos sociales con inquilino dentro a fondos-buitre y no pudo empezar ninguna obra nueva.

En esa línea de ajustarse el cinturón, también redujo el tamaño de los servicios técnicos. En el caso del urbanismo, delegó esta medida en la analfabeta supina que había puesto al mando del área, la cual recortó por donde menos dolía. Esto, en el ámbito ideológico de la derecha, se traduce en cesar a los que tienen menos apoyos familiares, porque los que pertenecen a su mundo ya se lo ven venir y tocan previamente a sus contactos para que no los muevan a ellos. A mí me consta que me cesaron por carecer de esos apoyos. Me consta porque yo, en medio de la indignación que me causó el cese, pregunté a mis responsables directos, con los que tenía suficiente confianza, después de trabajar como un negro a sus órdenes durante décadas: –Oye, ¿puedes decirme por qué me han cesado a mí y en cambio mantienen a Menganito, que todos sabemos que no hace nada? Respuesta: –¿Pero en qué mundo vives tú, cómo es que no sabes que Menganito es primo hermano de Nosequién?

Pregunta subsiguiente: –¿Y a Zutanito por qué no lo cesan, si tampoco sirve para nada? ¿Acaso es también pariente de alguien de vuestro entorno? Respuesta: –No, este no es primo de nadie, pero durante sus años de carrera firmó cosas que no quería firmar nadie y no conviene tocarle las pelotas, no vaya a ser que tire de la manta y nos meta en un problema. En fin, estas anécdotas son tan verídicas como que me llamo Emilio y tengo bigote. Y he de decir que ambos figuras tuvieron años después su merecido (el famosos Karma), cuando intentaron reengancharse tras cumplir los 65 y no encontraron un solo Director General que les firmara un papel que certificase que sus servicios seguían siendo imprescindibles. En cambio yo hablé con mi jefe del momento, que me dijo que escribiera yo lo que quisiera, que él me lo iba a firmar sin leerlo. Estos destinos contrapuestos sucedieron ya durante el mandato de la señora Carmena, lo que supone un contexto que los explica también en parte.

Pero volvamos a nuestra historia. En torno a marzo de 2012, yo me vi cesado y relegado a un puesto en el que apenas tenía obligaciones, en contraste con mis años anteriores, en los que había sido Vicegerente de Urbanismo, Subdirector General de Gestión Pública y Subdirector General de Información y Participación Ciudadana de la Unidad de Proyectos Singulares. Es decir, que de pronto yo me veía obligado a estar muchas horas en un despacho o cuchitril sin tener apenas nada que hacer. Pero no podía quedarme en mi casa, porque en los últimos años se había implantado un sistema de tornos para controlar que la gente cumpliera el horario, sistema que obviamente no evitaba que los que no daban un palo al agua siguieran haciendo el vago. En ese momento, yo tuve claro que tenía que escribir sobre lo que me estaba sucediendo, para que quedara constancia, y que además tenía que buscarme un entretenimiento para esas largas horas de incuria administrativa. Un pasatiempo más fructífero que leer el Marca o hacer sudokus.

Surgió así el blog, una herramienta literaria que siempre me había producido curiosidad. Pero yo conocía a amigos que habían abierto un blog y lo habían dejado apenas tras dos o tres posts. Y no quería que me pasara eso, así que empleé cuatro o cinco meses en prepararme, diseñarlo, aprender a manejarme en ese contexto y lanzarme al vacío. Recabé la ayuda de un par de especialistas que me ayudaron mucho (y con las que ahora ya no me hablo). El resultado fue el que muchos conocen y su prolongación durante más de once años. Por cierto, mi amigo Alfred se llevó una buena regañina por sugerir en uno de sus comentarios que yo dedicaba parte de mi jornada lectiva a escribir para el blog. Lo que decía el bueno de Alfred era cierto, pero yo estaba todavía en activo y no podía admitir eso en una tribuna pública sin riesgo de meterme en un problema gordo. Años después, aprovecho el post de hoy para pedirle sinceras disculpas a mi querido amigo y fiel seguidor de mis diferentes blogs.

Cuando llegó la señora Carmena a la alcaldía, yo tenía preparados los papeles para jubilarme, porque mi olfato me decía que iba a ganar Esperanza Aguirre y ya no aguantaba más, después de tres años de Botellismo. Pero ganó Carmena para mi sorpresa, y yo rompí enseguida esos papeles y pedí el reingreso para engancharme de nuevo al carro y vivir los mejores cinco años de mi carrera. A pesar de que a partir de entonces empecé a tener un montón de trabajo, mi actividad bloguera no se detuvo, porque ya tenía una práctica y unas tablas que me permitían mantenerla sin demasiado esfuerzo en horas libres en mi casa. El blog sobrevivió también a mi jubilación, pero yo era consciente de que mi desempeño iba siendo cada vez más aburrido para los lectores, lo que se traducía en la decreciente cifra de visitas que registraba mi página de seguimiento. Fue así como decidí en abril pasado dar un golpe de volante, cerrar mi primer blog y abrir el Road Runner Trip, una aventura literario-bloguera que ha recuperado unas cifras de seguimiento un poco más presentables.

Concluido mi viaje, ya les dije que empezábamos un capítulo diferente. Esto no puede ser ya Reflexiones a la Carrera, una historia y un formato que se terminaron en abril. Ha de ser algo distinto, porque, como les dije, yo no puedo seguir contándoles que me levanté por la mañana, me duché y desayuné. Y no se trata sólo de la frecuencia o el ritmo de mis publicaciones. Es una diferencia de concepto. Yo ahora voy a esperar a tener algo que contar, para preparar y publicar un nuevo post al respecto. Mientras tanto, puede pasar un mes o dos. Para mí siempre ha sido preferente vivir, con respecto a contar lo que voy viviendo. Y ahora tengo una serie de circunstancias nuevas, dentro del ámbito de mi privacidad, es decir, de lo que no se cuenta en el blog, a las que estoy dedicando el espacio mental, el tiempo y el esfuerzo que se merecen. Así que tendrán ustedes que tener paciencia.

Durante doce años me he dedicado a fomentar una especie de graforrea incontenida y ya voy teniendo una edad en la que creo que ha llegado el momento de tranquilizar un poco esa especie de manía compulsiva. Cuando uno cumple los setenta, es tiempo de empezar a seleccionar las actividades para dedicarse exclusivamente a cultivar los momentos de calidad. Sólo faltaría que yo me sintiera obligado a seguir publicando dos o tres posts a la semana para calmar las ansias de mis seguidores más ansiosos y obsesivos. Además, en este último año he perdido a unos cuantos amigos y he aprendido de ello que hay que vivir con la máxima intensidad, hasta donde podamos. Mis referentes están en el rock y quiero mostrarles la imagen actual de dos músicos a los que adoro. El gran Eric Burdon cumplió en mayo 83 años. Y vean que aspecto mantiene.

Ya ven que no ha renunciado a sus cubatas. Otra que está mayor, no renuncia a sus vinitos y se mantiene guapísima es Debbie Harry, la cantante y líder de Blondie, que en julio cumplió los 79. Vean una imagen reciente.

Después de la pasada vital que me he pegado con mi viaje de vuelta al mundo de tres meses y medio, llevo ahora una temporada adaptándome a mi recuperado estatus de jubilado. Ya he empezado con el yoga, el inglés y hasta el running (he bajado una vez a correr al Retiro sin demasiadas consecuencias en mi organismo). He pasado revisiones médicas dentales y dermátológicas con matrícula de honor y estoy a la espera de hacerme la analítica a la que todos los años por estas fechas me suelo someter. Continúo además asistiendo a conciertos en las noches madrileñas, como el que dieron los Pure Tons en la sala Rockville el pasado 7 de septiembre. Yo sigo a los Pure Tons porque su batería es mi querido amigo Críspulo, que cada día toca mejor su instrumento. El grupo hace versiones de temas de los Stones, AC/DC y similares y se gana la vida tocando en bodas y saraos de ese tipo. En esos casos han de vestirse ad hoc. Vean la foto que les hicieron al final de una boda en La Rioja.

Críspulo ha de mantener el pantalón corto para estar cómodo en su silla y poder manejar el bombo con el pie. Mañana viernes tengo entrada para la Brass and Beer Fest que celebra como cada año la comunidad evangelista alemana, con motivo de la October Fest. Tocan aquí diversos grupos de jazz, en general del estilo Dixieland, en un sarao muy divertido, sustentado en weiss beers a porrillo y salchichas bratwurst de la mejor calidad. Mi amigo Christian, que se define a sí mismo como alemán de Carabanchel, es devoto de esa congregación y toca el contrabajo en la big band que dirige mi también amigo Henry Guitar.

En otro orden de cosas, el lunes 9 de septiembre me acerqué a la Escuela de Arquitectura para asistir a la presentación del MUPUT, Master de Planeamiento Urbano y Territorial, en el que tengo el honor de dar de vez en cuando alguna clase. Me encontré allí con algunos de los elementos de la facción disidente con la que me relaciono, preocupados por los aspectos sociales y climáticos de la carrera, por delante de los matices más artísticos y de diseño, aunque sin desdeñarlos. Hice algunos contactos y volví a comprometerme a contar mi historia del realojo de Palomeras en la asignatura de Intensificación de Urbanismo (anda que menudo nombre), que dirige mi amiga Sonia de Gregorio. Antes de esa clase magistral, acudiré a una sesión de participación ciudadana con las asociaciones de vecinos del barrio de Comillas, cuyo parque central está seriamente amenazado por el arboricida Almeida. Vean el cartel que han confeccionado para esa sesión y que está ya fijado por toda la Escuela.

Por cierto, como cierre del acto vino el gran Fernando de Terán, a presentar su nuevo libro Atlas Histórico del Urbanismo Español, que ya me he comprado y que creo que se merece un post específico, junto con el discurso que dio en la Escuela, que fue sencillamente espectacular. Este señor, del que les hablaré otro día y que tiene nada menos que 90 años, llegó por allí con su bastoncito, subió las escaleras sin ayudas y demostró estar en una forma estupenda. No le hice ninguna foto, pero me hizo ilusión que me reconociera y me saludara con mucho cariño. El acto de presentación duró todo el día, incluía comida en el descanso y yo aproveché para presumir de que había estado dando clases en tres universidades coreanas y una más en Brasil, para ver si se animan a contar conmigo en otras actividades.

Mis contactos de la vuelta al mundo siguen activos y, por ejemplo, mi amiga Gisele de Curitiba, le ha dado mi dirección a la periodista local Livia Costa para que me haga una entrevista a publicar en el número de este año de la revista del IPPUC. La entrevista se estructura sobre un cuestionario de preguntas que me ha mandado y que ya le he devuelto con mis respuestas, así como una serie de imágenes de Madrid Río para ilustrar el reportaje. Además, Matthew Popkin, el amigo de mi colega neoyorkyna Anna Zetkulic, anda por el sur de España y está pendiente de venir a Madrid para encontrarse conmigo. Por aquí anda ya Gabriela Lucero, amiga periodista de Valeria López con la que estuve tomando pisco sours por Santiago. Gabriela viene a hacer un curso de postgrado de un año en la facultad de Ciencias de la Información y ya hemos conectado para vernos.

También he tenido alojada en mi casa unos días a mi querida amiga alemana Patri, que ya es la tercera vez que viene, porque se lo pasa muy bien por aquí. Venía de pasar sus vacaciones en Cantabria, pero me dijo que necesitaba secarse un poco para volver con ánimos renovados a Freiburg, donde vive. Patri hizo un año de Erasmus en Madrid y ya se enamoró de esta ciudad, donde conoció a mi hijo Lucas, de donde me viene el contacto. Con Patri sí que me hice unas fotos, que les pongo abajo.


Como ven, he estado muy ocupado y no he tenido tiempo de pensar en cómo continuar con este blog recién abierto. Pero hoy hemos empezado con rock del bueno y vamos a terminar con blues del mejor. Les hago una pregunta: ¿Alguna vez han amado ustedes a una mujer? Todo son problemas y penas. Eso al menos es lo que cantaba el gran Eric Clapton allá por el año 1995 en el Fillmore de San Francisco. Para los lectores de este blog que dicen que no saben lo que es un blues, creo que no hay mejor ejemplo. Clapton tiene actualmente también 79 años y creo que nadie duda de que es uno de los más grandes de todos los tiempos. Se lo dejo de propina. Disfrútenlo y sean buenos, que yo prometo no retrasarme tanto en los textos siguientes.

6 comentarios:

  1. Excelente blues claptoniano. Un auténtico virtuoso y nunca exento de poso en sus solos, con una ES-335 en este caso (suele atacar con stratocasters). El tono arriba en 5'00'' es cuando menos sorprendente.
    Un abrazo brother.

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    1. Un abrazo fuerte querido brother y, como siempre, mil gracias por sus precisiones técnico-guitarreras.

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  2. Hace unos días, Maruja Torres decía que, cuanto más amigos se le mueren, más ganas le entran de vivir la vida intensamente. Creo que es una opinión muy en la línea de su post.

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    1. Pues gracias también a usted, querido desconocido/a, por este aporte tan oportuno.

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  3. Muy buena charla. Nos vemos luego para echarnos unas cervezas y comernos unas salchichas con música de N. Orleans un planazo 😀

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    1. Y tan bien que lo pasamos en la capilla evangélica de los alemanes. Con salchichas bratwurst, bretzels y weiss beer.

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