Ya sé que algunos de mis fans echan de menos un ritmo más vivo de publicaciones, pero esto es lo que hay y no me dirán que no se lo anuncié desde los albores de este blog de reflexiones varias, que no por ser al tran-tran resultan menos cogidas por los pelos que las anteriores a mi viaje fastuoso por el universo mundo. La vida sigue por estos lares y, como les digo cada poco, yo he de priorizar la tarea de vivir sobre la de contar lo que vivo, no todo lo cual me parece adecuado para ser incluido en este foro, cuyo objetivo no es para nada servir de alimento de cotillas y porteras. Como dijo John Lennon, la vida es lo que va pasando ahí fuera mientras estás ocupado haciendo otras cosas.
Desde mi post anterior me han venido sucediendo diversas historias, mientras el otoño iba poco a poco desplazando a ese verano interminable, seguido de veranillos y sucedáneos varios, que ha durado hasta la llegada del diluvio que nos ha refrescado en estos últimos días. Por ejemplo, el jueves 3 de octubre, bajé a correr al Retiro por segunda vez y me encontré bastante mejor que en mi primera salida, así que este es un tema que ya doy por definitivamente recuperado. Si sigo entrenando es, en cierta forma, en homenaje a mi añorado amigo Joe, que se nos fue repentinamente cuando yo andaba por Chile y que fue la persona que me enseñó todo lo que sé del mundo del running. Vaya, pues, por ti querido amigo.
El sábado 5, me acerqué de nuevo a La Bombonera de Vallecas, ese bar que celebra estos días su primer aniversario (en el post anterior hablaba yo de 30 aniversario y dice mi amigo Henry Guitar que no sabe de dónde me he sacado esa cifra. Eso digo yo: que tampoco sé de donde la saqué). A las cinco de la tarde tocaban allí mis amigos del Colectivo La Palmera, con Henry a la guitarra, Críspulo a la batería, Christian el alemán de Carabanchel al contrabajo, Manolo el trompeta y Guillermo y Pepe a los saxos. Les grabé varios clips, de los que voy a seleccionarles un par de ellos para que vean cómo se desempeña este grupo, que cada vez toca mejor.
El lunes 7 me personé por la mañana en la Escuela de Arquitectura para desarrollar mi habitual relato sobre el proceso de realojo del barrio de Palomeras en los setenta finales y ochenta primeros, para la asignatura de Intensificación de Urbanismo (tiene cojones el nombrecito), que pilota mi amiga Sonia de Gregorio. Por cierto, Sonia se ha conseguido una beca europea para investigación de la materia de Regeneración Urbana de la que ella es especialista. Supone que durante tres años le van a pasar una asignación que los de la ETSAM no pueden mangonear, le van a poner también un becario para que le ayude y además tiene la posibilidad de prórroga por un cuarto año. Me alegro mucho por ella y por lo que representa de triunfo de la línea disidente con la que yo me identifico plenamente.
El día 9 acudí a mi clase de guitarra como cada miércoles, pero a media clase me empecé a poner malísimo. Mis colegas de clase estaban muy preocupados: tío te ha dado un amarillo de la hostia. Había ido en el coche para poder llevar la guitarra eléctrica que es muy pesada para acarrearla en el Metro, y tuve que volverme pitando. Dejé el coche en mi garaje y allí mismo, en la plaza del Reina Sofía, empecé a vomitar de manera irreversible. Ya había oído hablar del nuevo virus que ha aparecido este año, además de los constipados y la vuelta esperada del Covid. Es un virus que te ataca a la función digestiva y te hace sentirte fatal por arriba y por abajo aunque, por fortuna, apenas dura tres días. A mí, como estoy hecho un mulo, sólo me duró dos, pero esa noche me la pasé devolviendo todo lo que había comido en los dos días anteriores.
Hacía mucho que no vomitaba, hasta el punto que iba diciendo por ahí que yo no sé vomitar. Pues sí que sabía, se lo puedo asegurar. El maldito virus me hizo perder algunos kilos, pero me recuperé rápidamente. Eso sí, desde ese día estoy tomándome un complejo de probióticos para reponer la flora y fauna intestinal, tratamiento que he de mantener durante quince días. Y, miren ustedes por dónde, resulta que ese día había estado tocando en clase con la púa que me entregó en mano mi adorada Samantha Fish al final de su concierto en Melbourne. Y, entre el amarillo, las vomitonas y los agobios, pues resulta que se ha perdido. Henry no la tiene en la academia y yo tampoco la encuentro. Una faena. Pero ya conseguiré que me dé otra. De momento, Sam está girando por el UK y seguirá luego por Alemania y Holanda, pero yo no tengo ahora el cuerpo para más viajes de solitario por las ciudades europeas, tras mi periplo de vuelta al mundo.
El día 10 anulé mi sesión de yoga para quedarme en casa descansando y recuperándome. Pero el viernes 11 tenía una cita fijada en mi agenda desde hace tiempo. Esa noche tocaba en la sala Clamores el gran Luke Winslow-King, uno de los músicos de blues blancos de la nueva hornada, junto con Samantha Fish, Larkin Poe, Damon Fowler, Ghalia Volt y tantos otros. Luke es oriundo de Cadillac (Michigan) pero se marchó siendo casi un adolescente a Nueva Orleans, donde estuvo quince años tocando por calles y garitos y empapándose del espíritu de esta ciudad única, que tengo pendiente de visitar. Siguió su periplo por Italia, donde se encontró con Roberto Luti, un guitarrista local fabuloso, el maestro de la slide guitar. Desde entonces siguen juntos. Hace un tiempo les traje a mi blog anterior un vídeo delicioso, grabado en una plaza de Livorno. Ha habido una gran fiesta la noche anterior, pero Luke y Roberto quieren seguir tocando. Está amaneciendo y la gente de la ciudad empieza a ponerse en marcha para sus ocupaciones cotidianas. Pero ellos tocan y tocan sin importarles lo que pase a su alrededor. Les pido que lo vean.
Luke y Roberto se presentaron en Madrid con un bajo y un batería también italianos (el bajo es un hermano de Roberto) y dieron un concierto fabuloso, en el que, entre otras canciones interpretaron esa extraordinaria Leghorn Women que tocaron aquella mañana en Livorno, una composición propia dedicada a las mujeres realmente especiales, a las que Luke asigna la etiqueta que se aplica normalmente a la mejor raza de gallinas. No es una letra machista, sino al contrario: Luke glorifica a este tipo de mujeres extraordinarias, a las que cree capacitadas para hacer ver a un ciego, entre otras facultades taumatúrgicas. Y a las que termina deseando que Dios las bendiga. Luke, además de ser un músico prodigioso, es un tipo muy guapo, un auténtico dandy, con el que yo conecto muy bien. Al final del concierto estuve hablando un poco con él y le compré su último disco, en vinilo y con su autógrafo, como pueden ver abajo.
El día 12, Fiesta Nacional, cayó el Diluvio Universal por la mañana, lo cual fue muy útil para disuadir a los que van a estos eventos a insultar a Sánchez. Tal vez recuerden la famosa canción de Brassens, traducida por Paco Ibañez, La mala reputación, que empezaba así: cuando la Fiesta Nacional, yo me quedo en la cama igual, que la música militar, nunca me supo levantar. Y más adelante añadía: todo el mundo me mira mal, salvo los ciegos: es natural. En fin, ya que ha salido lo de Sánchez, ya les dije en mi anterior blog que soy un sanchista irreductible. He de aclarar que yo no soy un sanchista fundacional o primigenio, que a mí Sanchez me parece un político bastante mediocre y de no mucho fiar, aunque con una notable capacidad de resistir en condiciones casi agónicas. Digamos, pues, que soy un sanchista sobrevenido o eventual. Que los que lo atacan con saña cada día son gente que me cae tan mal que están consiguiendo lo contrario de lo que pretendían.
Ahora se han lanzado a por su familia, tras constatar que por medios normales y democráticos no lo pueden echar del poder, que es su único objetivo político, porque, salvo cuatro generalidades sobre los inmigrantes y otros temas colaterales, no tenemos ni idea de cuál sería el programa de gobierno del señor Feijoo, en caso de que lograra desplazar del poder a Sánchez. Un ejemplo muy claro es el del apoyo del PP en las Cortes a la Ley que tendría en cuenta las penas cumplidas en el extranjero a los etarras encarcelados. Esta Ley, lo único que hace es trasponer una Ley europea de obligado cumplimiento, que ya se está trasponiendo con retraso. Los diputados del PP que participaron en el proceso, se estudiaron el tema y decidieron que tenían que votar a favor. El grupo parlamentario del PP está comandado por dos personajes curiosos. El ínclito Tellado, prototipo del marulo, a quien se ha traido Feijoo de lo más profundo de las tierras galaicas, un tipo con aires de que le crezcan percebes en los sobacos. Y la señora Cuca Gamarra, que hizo méritos en la carrera del insulto en la legislatura pasada. Vean un meme de esta señora.
Pues, una vez que habían votado, Feijoo les echó una bronca y les dejó en mal lugar. Es fácil imaginar la conversación. ¡¡Muy mal, Cuca, muy mal!! Pero, jefe, que es que nos hemos estudiado la Ley y nos parece que es obligatoria aunque no nos guste. Pues eso es lo que está mal; os he dicho que cualquier iniciativa de Sánchez hay que tumbarla, ni siquiera hay que estudiársela para ver si está bien o no, sólo por ser promovida por Sánchez está mal y hay que votar en contra. Y más ahora que lo tenemos al borde del abismo, entre los chanchullos universitarios de su señora, el chiringuito de Ábalos y la denuncia de la actuación del Fiscal General, que se ha atrevido a atacar a nuestra heroína nacional Ayuso. En ese contexto, nada de estudiarse las leyes: si las propone Sánchez, leña al mono.
Así es como yo lo veo, aunque respeto otras opiniones, porque yo no soy el Papa y no estoy en posesión de la verdad divina. Pero estábamos en la mañana del día de la Fiesta Nacional. Y yo no pensaba quedarme en la cama igual, sino precisamente salir de viaje. Tenía preparada una escapada de cuatro días a Asturias y salí a la calle bajo el diluvio con mi maletita de ruedas, veterana de toda una vuelta al mundo. Y me encontré que la calle de Atocha estaba literalmente ocupada por un par de batallones de la Guardia Civil, cantando a voz en grito, mientras se calaban, una serie de canciones patrióticas, del estilo de las que cantan los reclutas de La chaqueta metálica de Kubrik, y con no menos entusiasmo. Estaba claro que no podría salir del garaje al menos en unas cuatro o cinco horas.
Pero ya han visto en mi viaje por el mundo que me defiendo como gato panza arriba en estas situaciones. Le pedí al vigilante del garaje que me abriera la puerta de entrada. Desde allí maniobré para dar la vuelta 180 grados y me interne por la zona peatonal de la plaza hasta alcanzar el final de Santa Isabel. Como esto es una ilegalidad, lo hice como mandan los cánones: muy despacio y con los cuatro intermitentes. Ese es un código que le muestra a un eventual policía de tráfico que soy consciente de que estoy haciendo una ilegalidad, pero que no me queda más remedio que hacerla. La verdad es que no había por allí agentes de tráfico, ocupados todos como estaban en organizar el quilombo montado en torno a la Glorieta de Atocha. Por Santa Isabel, caí a Argumosa y ya seguí hasta alcanzar la M30. Al menos la mitad del viaje a Asturias la hice bajo un diluvio sostenido, pero al llegar a Llanes, el cielo estaba despejado y así se mantuvo los cuatro días.
¿Cómo dicen? ¿Que les he dicho más arriba que no tengo el cuerpo para más viajes por ahora? Léanlo bien. Yo he hablado de viajes en solitario por ciudades, como los que compusieron mi vuelta al mundo de tres meses y medio. Este de Asturias era un modelo diferente. Asturias es un paraíso para viajar acompañado; saquen ustedes sus propias conclusiones. Por ejemplo, alojarse en un hotel con encanto en La Pereda, un núcleo de unas cuarenta casas. Callejear por Llanes o Ribadesella. Tomarse una botella de sidra debidamente escanciada, con unos bocartes fritos o unas parrochas. Hacer acopio de quesu-Cabrales y de Afuega el Pitu para el invierno. Cenar en el Mirador de Toró un arroz caldoso de bogavante mientras el sol cae sobre el mar. Visitar las casas de indianos de Colombres y el Museo de la Emigración. Y lo más grande: acercarse a la playa de Torimbia, el paraíso de los nudistas. Allí puede uno hacerse una foto de la sombra, para conservar ese recuerdo indeleble.
De todas formas, yo que ustedes no me precipitaría en sus conclusiones: estas fotos las venden en los kioscos de prensa y en los chinos del Todo a Cien, por no mencionar las posibilidades compositivas del Photoshop. Sí les precisaré que, en mi estado de recuperación del virus sedicente que me atacó durante mi clase de guitarra, me abstuve de comer fabada o pote asturiano, no fuera a ser el demonio que por ansioso recayera de mis dolencias. Y les cuento también que, sentado en un banco del Paseo Marítimo de Ribadesella, me sonó de pronto el móvil. Era mi amigo Werner. Le había salido un bolo para hoy viernes, 18 de octubre, y no podía asumirlo por estar en Alemania dirigiendo las obras de construcción de un colegio con unos módulos prefabricados que él ha diseñado y patentado.
El bolo consiste en pasear por Madrid Río a un grupo de alcaldes y políticos sudamericanos, de Argentina, Chile, Colombia, Perú y México. El viaje a Madrid se lo paga íntegramente la Fundación Konrad Adenauer, una entidad alemana que se dedica a instruir a cuadros de Latinoamérica para que aprendan cómo se hacen por aquí las cosas. Werner me dijo que, si yo lo aceptaba, él se quitaría de en medio. Así que me he puesto en contacto con la Fundación y les he hecho una propuesta formal, que incluye el pago por mis servicios. Mi propuesta era, digamos, económicamente espléndida, porque Werner me advirtió que esta gente maneja mucho dinero. No les voy a decir, obviamente, la cantidad, sólo que me la han aceptado sin rechistar. Así que esta tarde a las tres estaré esperando al grupo en el arranque del Puente de Segovia para un recorrido explicativo-didáctico de tres horas, provisto de cinco cuadernillos que me he impreso en el fotocopiero del barrio, para los cinco políticos, más dos para los representantes de la Fundación y uno de más por si acaso.
Como ven, mi vida sigue a toda velocidad, aunque sólo escriba en el blog de pascuas a ramos, y ello no me impide estar al tanto de la actualidad. Por ejemplo, el Premio Nobel de Literatura concedido a la escritora surcoreana Han Kang, que me llena de alegría. No he leído nada de esta señora, pero me dicen que la novela La vegetariana es sensacional, una especie de revisión del tema de El Escribiente de Melville, en este caso, “preferiría no comerlo”, que pone en cuestión el sistema alimentario coreano, basado en el consumo desaforado de carne, como ya les conté a cuento de mi reciente visita a Seúl. Le he mandado por WhatsApp una felicitación a mi querido amigo Wooyun Chung, Woo para los amigos, quien me ha contestado que es una noticia descomunal e inesperada, y que para él la literatura de esta señora es demasiado compleja y bastante triste. No olvidemos que Woo es ingeniero de Caminos. Vean una foto de esta laureada señora.
Una imagen que dice bastante sobre su personalidad (supongo que han leído que se ha negado a conceder ningún a entrevista a la prensa con motivo de su premio). El próximo martes, para continuar con la vorágine de mis actividades, tendré una nueva sesión de Billar de Letras, para analizar el libro Por qué el agua del mar es salada. Es la primera novela de una escritora austriaca ya fallecida y se publicó en 1977. Mucho antes del Mee Too, esta señora disecciona el aburrimiento y la insatisfacción de una mujer que se ve obligada a casarse con un marido al que no ama. Yo, la verdad, no sé cómo hay gente que se aburre. ¿Ustedes sí? Tal vez es porque no viven en Líbano o en Ucrania o en Gaza. Anden, dejen de quejarse y disfruten de este mundo en el que hemos tenido la suerte de nacer. Eso es al menos lo que yo intento. Y sean buenos, desde luego.
Hola Emilio:
ResponderEliminarSigo por aquí, leyéndote.
Ya había visto el vídeo de Luke y Roberto pero es un placer volver a escucharlo aunque solo sea por la elegancia del guitarrista.
Me alegra tu viaje a Asturias que para mí es un paraíso vaya solo o acompañado. Además del lugar y la comida, siento tu abstinencia de algunas delicias, otra cosa que he disfrutado siempre que he estado allí es de lo bien que me han tratado.
Hablaremos.
Un abrazo.
Pues me alegro mucho de que coincidamos también en nuestra pasión por Asturias, sus paisajes, sus gentes y su gastronomía. Nos vemos pronto.
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