Bien, aquí me tienen de nuevo en pleno
día de San Valentín, disfrutando de un tiempo casi primaveral, y creo que ya toca que continúe informándoles de mis
andanzas y afanes. Mi anterior post surgió del subidón de recuperar mi
ordenador completamente rejuvenecido y con él la posibilidad de contarles mis
peripecias vividas durante el mes de aislamiento digital en el que
no pude escribir mis posts como era debido. He de decirles que el Lenovo, que
yo daba por fenecido, resucitó, se levantó y anduvo como el Lázaro de la Biblia
y ahora tengo a mi disposición un device
cojonudo con el que a lo mejor un día hasta puedo aumentar la frecuencia de
publicación de mis paridas diversas. Solucionado el tema del hardware, ahora estoy en pleno proceso
de cambio de proveedor digital, hasta las cejas de aguantar que los de Orange
me sigan timando.
Recapitulando, les recordaré que,
antes de emprender mi viaje de vuelta al mundo, yo me acerqué a la tienda de
Orange en la que tenía contratados el WiFi por fibra y los datos para el móvil,
para contarles mi proyecto y les mostré mi preocupación por lo mal que me
funcionaba el móvil en el extranjero, donde a menudo me quedaba colgado en la
calle sin poder usar el Google Maps, que sólo me funcionaba en los hoteles con
Wifi, donde obviamente no lo necesitaba. Me dijeron que mi móvil Huawei era ya
un poco viejo y que ellos me ofrecían otro nuevo sin entrada, pagando una
pequeña cuota mensual. Piqué, cual pancho del puerto coruñés, y me dieron un
nuevo móvil de la misma marca, que ahora ha de llamarse Honor y no Huawei por
mor de las guerras comerciales con China.
Muy pronto comprobé que el nuevo
móvil me ofrecía más o menos las mismas prestaciones que el viejo. Mis
tribulaciones empezaron en Kyoto, donde las pasé canutas a cuenta de la mala
cobertura de Orange que había en la ciudad. Fui más o menos capeando el
temporal, hasta que llegué a los USA y allí fue todo un desastre. El móvil,
literalmente, se murió. He de reconocer que Orange dispone de un servicio de
atención al cliente por Whatsapp que funciona muy bien. Puesto en contacto con
ellos, me intentaron ayudar, pero no había forma. Era imposible que yo empezara
a tener una cobertura mínima que me permitiera hacer pagos on line para reservar hoteles o vuelos, porque mi banco me enviaba
un código pin de confirmación del pago, por medio de un sms que nunca me
llegaba.
Los del servicio de atención
investigaron y descubrieron que yo tenía (y sigo teniendo) una tarjeta SIM
arcaica, de hace unos doce años. En concreto, es una tarjeta 2G. Y en los USA,
tanto las 2G como las 3G, las han eliminado y ya no valen. Es decir, que el
problema que yo había detectado en mis anteriores viajes a París o Londres, no
se debía al móvil sino a la tarjeta SIM. Pero ellos se habían apresurado a
venderme un móvil nuevo que no me hacía ninguna falta. Les pregunté a los del
servicio de atención qué podía hacer. Su respuesta: en cuanto vuelva usted a
España, cambie enseguida su tarjeta 2G por una 5G. Les prometí que, no sólo
cambiaría de tarjeta SIM, sino también de compañía, visto lo visto. A lo que el
tipo me contestó que lamentaba mi decisión y esperaba que la reconsiderase.
Ya de vuelta, volví a sufrir los
mismos problemas, no sólo en Ámsterdam y en Atenas, sino también en Asturias,
que manda carallo. Lo que pasa es que esto de cambiarte de compañía es algo que
hay que hacer con prudencia, de forma meditada, y yo quise esperar a que
vinieran mis hijos por Navidad y me aconsejaran al respecto. Pero ya entre
medias constaté que estaba pagando al mes 73€ y eso es una verdadera estafa.
¿Por qué pago tanto? Pues por lo de siempre, porque uno no puede contratar con
Orange sólo lo que quiere, sino que te ofrecen un paquete completo, engordado
con prestaciones que uno no quiere. Por ejemplo, una línea de teléfono fijo,
que yo no necesito; ni siquiera me sé el número, ni lo conoce ninguno de mis
contactos. Por no tener, ni tengo el aparato que me dieron, que mantuve
desenchufado un tiempo hasta que me harté de verlo en la estantería y lo llevé
al punto limpio.
Otras cosas que no quiero: una
segunda línea de móvil. Y la posibilidad de contratar una plataforma para ver
la Televisión Orange (ya les he contado que yo he vivido toda mi vida viendo
los partidos de futbol por la tele gratuitamente, que luego me apunté a lo del pay per view hasta que lo eliminaron y
que no quiero ser de ninguna plataforma que me ofrezca un 90% de bazofia
audiovisual). Y, además de todo eso, el paquete incluye una suscripción a
Netflix. Esto sí que lo he usado y con bastante asiduidad pero, al volver de mi
vuelta al mundo, me encontré con que me ponían anuncios en medio de la película,
lo que me parece un verdadero insulto. Todas estas cosas, más los plazos del terminal
que me vendieron, totalizan los 73€. Y resulta que hay ofertas por ahí, ceñidas
exclusivamente a lo que yo necesito, por 30 o 40.
En Navidad, mi hijo Lucas, que es
un friki de la informática, me dijo que le preguntaría a un amigo suyo francés
aún más friki. La respuesta de este friki al cuadrado fue categórica: dile a tu
padre que contrate con DIGI; son los que ofrecen una mejor relación precio-calidad.
Después de ello he consultado el tema con otras personas y he descubierto que
varios de mis amigos tienen DIGI y están encantados, como por ejemplo Boni, que
junto con África acoge en su casa a Tarik Marcellino el tiempo que haga falta
cuando yo me voy de viaje. O Ed, mi profesor de inglés. Hasta Henry Guitar está
a un tris de cambiarse a DIGI, por consejo de su yerno, que es otro friki de la
informática. Y encima, DIGI es uno de los patrocinadores del Deportivo de la
Coruña. La decisión estaba clara.
Una de las razones por las que
DIGI es un proveedor tan barato es porque no tiene tiendas físicas. Todo
funciona on line, salvo algunos agentes que tiene en pequeñas mesitas en las
tiendas de MediaMarkt y otros lugares. Buscando una cercana a mi casa, acabé
visitando el MediaMarkt de Goya en donde me atendió una chica venezolana muy
solvente. Le dije que sólo quería WiFi en casa y datos en mi móvil y me
organizó una oferta sólo con eso por 30€ al mes. Pero tenía que ir a la tienda
de Orange para que me dijeran las condiciones en que puedo marcharme de la
compañía. Como me esperaba, tengo un par de servicios con permanencia, por los
que he de pagar 58€ por dejar cada uno de ellos antes de lo comprometido. O
sea, 116€. Más 38€ que me quedan de pagar del móvil, total 154€. Teniendo en
cuenta que con DIGI me voy a ahorrar 43€ al mes, en cuatro meses ya habré
amortizado el gasto.
Ayer por la tarde fui a ver de
nuevo a la venezolana y firmé el contrato. Ya les iré contando. Por descontado
que, una vez que los de Orange saben que me voy, me están bombardeando con
ofertas. Que dentro de un mes puedo cambiar a una tarifa más barata. Que una
segunda fibra para mi casa o la casa que les indique, por 9,95 al mes. Que una
tercera línea de móvil por 5€ más al mes. Que una freidora de aire de marca
Xaomi por 4€ más al mes. Todo ello sin entrada. Una panda de cabrones. No se
han enterado de que me quiero ir de Orange porque he descubierto su juego. Y
que necesito mandarlos a la mierda por pura salud mental. Y también me están
llamando a todas horas de otras compañías, como Lowi, Jazztel, Yoigo y hasta de
¡¡¡Pepephone!!! Ya ven cómo corren las noticias en el mundo digital. Basta que
digas que te quieres cambiar de compañía para que te abrasen a ofertas.
Esta historia no me ha distraído
de mis otras ocupaciones e intereses. Por ejemplo, sigo yendo al yoga y mi
sensación es que la nueva academia a la que llevo acudiendo desde principio de
año es mucho mejor que la anterior. Los profesores son mejores, salvo mi
querida Elena que me enseñó todo lo que sé y que dejó la antigua academia harta
de que la explotaran. Desde que ella se fue, las cosas ya no fueron igual. Por
cuestiones de turnos y profesores que me gustan más, estoy yendo a hacer yoga
los martes por la tarde y los domingos por la mañana. Eso me permite bajar a
correr al Retiro los viernes, disciplina que voy llevando con cierta
regularidad. Cuando se ponga en funcionamiento el nuevo polideportivo de la
calle Fúcar, a la vuelta de mi casa, tal vez sustituya la carrera por sesiones
de natación, que dicen que son más adecuadas para las edades que voy teniendo.
Pero para eso faltan por lo menos dos años.
Esta mañana he bajado a cumplir
con mi carrera programada y me he encontrado muy bien. También sigo con algunas
actividades lectivas, como mi colaboración con el curso de Urbanismo de quinto
de la ETSAM, que dirige mi amiga Sonia de Gregorio. Uno de estos jueves
participé en una actividad en la asociación de vecinos del Barrio de Comillas,
donde los alumnos presentaban sus trabajos finales sobre el barrio a los
vecinos que quisieron acercarse. Fue un acto muy interesante, por comprobar
cómo se unen las ideas de gente de veinte años con los anhelos y esperanzas de
vecinos básicamente mayores; viejos luchadores de tiempos mejores, como los que
se pueden ver en la película El 47, que ya les he recomendado. La asociación
regenta un local pequeño en el que al final recogimos todas las sillas y
montamos una mesa central para un piscolabis modesto.
En este sentido, el domingo pasado acudí a la sala Rockville para asistir a la actuación de mi querida y admirada Ghalia Volt, la guitarrista belga que sigue la onda de Samantha Fish y cuyas guitarras custodié en mi casa mientras ella volvía a los USA donde vive, para una minigira en la que podía usar los instrumentos que guarda en su casa de nueva Orleans. Me encontré con ella a la entrada y me dio un abrazo muy cariñoso. Después, el concierto fue fabuloso. Esta vez no venía en su versión one woman band, sino con su grupo, que se compone de un teclista y un batería muy buenos. Les voy a mostrar un par de vídeos que le grabamos ese día. Hablo en plural porque acudí en un pequeño grupo, con Henry Guitar y Críspulo el batería. Con este último me hice alguna foto que también les muestro. El sonido de los vídeos es el previsible para estar grabados en un móvil Honor de oferta.
En este último vídeo se puede observar la presencia del veterano bluesman hispano Javier Vargas, el lider de la Vargas Blues Band, que asistió al concierto y al que Ghalia invitó a subir al escenario para tocar con ella un par de temas. A la entrada habíamos quedado en vernos después para tomar una cerveza, pero al final del concierto la vi tan cansada después de hora y media de dejárselo todo en el escenario, que la dejé tranquila para que descansara, que al día siguiente tenía que salir de viaje a continuar su gira. Eso sí, antes de despedirnos nos hicimos una foto que también les muestro.
Por cierto, hablando de
conciertos, esta tarde/noche voy a la sala pequeña del WiZink Center a ver a mi
colega Ramoncín, que me ha hecho llegar una invitación para un show cuyas
entradas costaban 33€. Hace mucho que no le veo en directo y no tenía mejor
plan para hoy. Además, me resulta bastante entrañable ver a un rocker de casi
70 que sigue con la misma ilusión que a los 20. Aquí el cartel del evento.
Pero mientras yo ando metido en
todas las historias que conforman mi vida de jubilado hiperactivo, por los
mentideros patrios anda todo el mundo revolucionado con diversas noticias, como
el curioso caso de Karla Sofía Gascón. Esta señora, hace unos diez años era
señor y se ganaba la vida como actor de culebrones en México. Y circula por ahí
una autoentrevista que se hace él mismo en ese tiempo, donde, dicho sea con
todos los respetos, demuestra ser un tontorrón, o un sinsustancia. Abajo se la pongo,
no hace falta que la vean entera si no quieren, basta con que escuchen el
tonillo estúpido con el que este zagal habla sobre sí mismo. ¿Quiere decir esto
que ahora es una tontorrona? Yo no me atrevería a asegurarlo. Después de un
proceso tan duro como un cambio de sexo y con muchos más años a su espalda,
puedo admitir que se haya vuelto alguien con más profundidad emocional. Aunque,
como dicen en Soria, el que nace gordo, tontería que lo fajen. Aquí el vídeo de
la autoentrevista.
El caso es que este señor, después
de mucho tiempo de aislamiento mediático debido a su proceso de cambio de sexo,
reaparece convertido en señora estupenda, a la que se le aparece Dios en forma
de papel de narcotraficante que quiere también cambiar de sexo y condición. He
visto la película y les digo mi opinión sincera. El film tenía para mí dos
problemas que me hacían ir a verla con prejuicios. El primero: es un musical. Y
a mí se me hace bastante disuasorio que los personajes empiecen a cantar en
medio de una escena y dicha escena se convierta en videoclip durante un rato.
Pero he visto algunos musicales brillantes, como West Side Story, o Cabaret. En
este caso, he de decir que las escenas que derivan a videoclip son todas
pasajes que muestran ensoñaciones de un personaje determinado, lo que salva el
problema.
Mi segundo reparo previo: la
historia es totalmente increíble. Eso pensaba yo, y lo sigo pensando. Pero, si
uno acepta creerse esto que se plantea al principio de la película, pues la
verdad es que el guion es muy bueno, la puesta en escena fabulosa, la
escenografía, los actores, los diálogos. Todo es muy bueno. Pero la película fue
llevada al festival de Cannes y obtuvo el primer premio. Y Karla Sofía se vio premiada también como mejor actriz. Ahí inician ambas una carrera de
reconocimientos internacionales (entre ellos los respectivos Globos de Oro de
Hollywood), en donde todo el mundo resalta que es el primer caso de actriz
trans que lo logra. ¿Cómo interpretar esto? Pues, sin desmerecer del papel de
Karla en la película de marras, a mí me parece claro que los diferentes jurados
se quieren hacer los modernos y apoyar esta historia de que cada uno elija el
género que desee, aunque ello lleve a complicados y arduos procesos quirúrgicos
y hormonales que, al menos a mí, me parecen terroríficos: si yo me sintiera
mujer, créanme, yo me quedaba como estoy, para no tener que pasar por todo eso.
Pero ese afán de modernidad progre
(no me gusta nada el término woke) se encuentra con un afán simétricamente
contrario: el de los conservadores a ultranza que quieren que este tipo de
transiciones se prohíban (Trump lo ha decretado ya con su rotulador ancho). Y
entonces empiezan a escarbar en su pasado. Y encuentran que la buena de Karla
Sofía, no sólo ha transicionado de hombre a mujer, sino también de tontorrón a
persona con algo más de fundamento. Y resulta que en esta segunda transición se
ha olvidado de borrar los antiguos tuits con los que se acercaba a opiniones
que Vox consideraría acertadas. Todo esto me lo estoy imaginando, por supuesto,
pero ahora les pido que vean otra película, que también está nominada al Óscar.
Me refiero a Cónclave.
En esta segunda película, se
narra el proceso de elección de Papa, por el procedimiento predemocrátrico que
se muestra al exterior en forma de fumatas negras y, la última, blanca. Durante
las primeras votaciones, el cardenal que marcha destacado en primer lugar es un
africano del Congo. Y las fuerzas conservadoras de la Curia se ponen a escarbar
en su pasado, encuentran a una mujer con la que tuvo una relación hace décadas,
la localizan, la traen a Roma, consiguen que se la contrate como monja de las
que ayudan en el cónclave y provocan que le monte un numerito delante de todos
los cardenales. Que, naturalmente, yo no lo vuelven a votar. Pues esto es lo
mismo. Para la industria del cine, y más en estos tiempos del señor Trump,
sería un escándalo inasumible que el Óscar a la mejor actriz recayera en un
trans. Un escándalo similar al que provocaría un Papa negro del Congo. Y los
comentarios de esta señora, de los tiempos en que era un tontorrón, han
arruinado ya la posibilidad de premio y seguramente toda su carrera.
Esa es mi interpretación del asunto.
Porque los comentarios descubiertos, no son tampoco para tanto. Ni comparación
con los del señor Trump, que dijo que a las mujeres había que agarrarlas por el
coño y que si él mataba a alguien de un disparo por las calles de New York, no
le pasaría nada. Comentarios como estos no han impedido que le voten 77
millones de norteamericanos, muchos seguramente satisfechos de que a Karla
Sofía no la dejen ni entrar en la fiesta de los Oscar. De hecho, ya se vio
excluida de la de los Goya el otro día. Y, hablando de Trump, ya voy a dejar
para otro día mis comentarios sobre sus barrabasadas. Sólo diré que nada de lo
que está haciendo me sorprende lo más mínimo. Este señor es colérico, vengativo
y gran actor de reallity shows. Y está ahora como pez en el agua, con todo el
poder en la mano. Digamos que ha agarrado al poder por el coño.
Aquí en nuestras tierras patrias,
en donde ya les he dicho, después de dar la vuelta al mundo, que es el lugar en
que se vive mejor del mundo, tal vez junto con Italia, Grecia y el sur de
Francia, pues seguimos con nuestras pequeñas pendencias que no interesan para
nada a la población. Es ciertamente increíble que al novio de Ayuso lo pillen
defraudando a Hacienda, lo denuncien y todo ello derive en un proceso contra el
fiscal que le persigue con la Ley en la mano. Pero así son las cosas y he
encontrado un vídeo que circula por ahí en el que el portavoz del grupo
Adelante Andalucía, con el gracejo propio de esas tierras, desgrana toda esta
historia y también la de que todavía no se sepa quién era ese M.Rajoy que
recibía sobres de mil duros en negro, según las cuentas de Bárcenas. Dice el
principal sospechoso que nada impide que se trate de un tal Manolo Rajoy. El vídeo es largo, obviamente
sesgado, pero desternillante.
En este lodazal en que se ha
convertido la política nacional, yo creo que Vox lo está haciendo muy bien. Su
paso más criticado, por el que se salió de todos los gobiernos autonómicos que
compartía con el PP, está resultando ahora el más brillante. El poder es algo
que comporta rebajar expectativas, moderarse de alguna manera y a Vox le
conviene más estar fuera y seguir negando la mayor. A Trump le ha dado buen
resultado, y a Milei y otros. Abascal corre el riesgo de que le pase lo mismo
que al nefasto Albert Rivera, que le salga el sorpasso por la culata. Pero esa
es su apuesta y le puede salir bien porque después de la victoria de Trump ya
nadie se corta de votar a este tipo de partidos e ideologías.
Y, mientras todo esto sucede y da
tanto miedo, yo sigo a lo mío y les voy a despedir con el primer corte que se
ha publicado del nuevo disco de Samantha Fish que tiene previsto publicarse en
abril. Abajo se lo pongo en rigurosa primicia. Escúchenlo, Sam sigue cantando
muy bien y termina en un crescendo acelerado de su guitarra ciertamente
espectacular. Samantha, igual que yo, sigue a lo suyo y yo no sé de dónde ha
sacado el tiempo de grabar este nuevo trabajo, entre gira y gira. Por cierto, el pasado 30 de enero nuestra diva cumplió 36 añitos. Quién los pillara. Lo dicho: que sean buenos.
Muy buen tema el de Samantha y la intervención del diputado de adelante Andalucía no tiene desperdicio. Lo de Ramoncín ha sido una sorpresa eso me lo tienes que contar. Buen finde.
ResponderEliminarPues gracias por seguirme todavía, amigo mío. Ya te voy poniendo al día cuando nos veamos.
EliminarMe encanta la expresión "hasta las cejas", no la había escuchado ni leído nunca.
ResponderEliminarNo tengo el copyright de esa expresión, que he oído por ahí y me parece muy expresiva. El nivel del agua va subiendo a tu alrededor y cuando te llega a las cejas ya es de verdad preocupante. Es lo que le pasa a Mazón en estos momentos.
EliminarEl refrán del título, se lo ha inventado usted ¿no?
ResponderEliminarDigamos que es un refrán actualizado al cambio climático. Un abrazo.
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