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sábado, 29 de marzo de 2025

18. Que si nos armamos o no

Esa es la cuestión. Suenan vientos de guerra y uno no sabe qué pensar pero, mientras, seguimos todos con nuestras vidas, igual que hacían los aristócratas de San Petersburgo cuando esperaban bajo la nieve en la cola para ver la actuación del ballet Bolshoi. A su lado pasaban decididos los revolucionarios que se dirigían a tomar el Palacio de Invierno, pero ellos no se inmutaban porque pensaban que su vida muelle de ricachones indiferentes a las amenazas que los rodeaban, no se vería afectada por esos acontecimientos que, finalmente, acabaron por arruinarles. Ya he contado esta escena en otros posts, pero creo que estamos igual de indefensos que entonces. Por cierto, yo no puedo menos que carcajearme hasta perder la consciencia, de todos aquellos que decían que Trump no había declarado ninguna guerra en su mandato anterior, mientras que Biden había provocado unas cuantas. Creo que cada uno es, en buena medida, lo que parece. Trump parece un energúmeno airado, abusón y vengativo y eso es lo que finalmente está demostrando ser. Y puede liarla parda.

Pero nosotros seguimos a lo nuestro, cada uno según sus afanes y sus inclinaciones. Yo, por ejemplo, continúo siguiendo el mundo del blues y sus derivaciones. El domingo pasado acudí a la taberna Alabanda a escuchar a Jeff Espinosa, un bluesman yanqui sesentón, que vino a España con un grupo de rhythm’n blues en el año 1979 y ya se quedó, porque le encantó la forma de vida española. Como se pueden imaginar, algo tuvo que ver en su decisión una mujer de por aquí, con la que años después rompió, pero ya nunca regresó a su tierra y yo lo entiendo perfectamente, porque ya les he dicho que como aquí no se vive en ninguna parte. Jeff tiene algo de los antiguos trovadores como Woody Guthrie o el primer Bob Dylan, con una vena blues entremezclada. Es un tipo clavadito (o, como dicen en mi tierra, cuspidiño) a mi amigo Berto, a quien aprovecho para mandar desde aquí un abrazo. 

Se hizo acompañar por un amigo que se llama Emilio Arsuaga, también músico veterano, que canta, toca la armónica y la guitarra. Ambos cantaron y tocaron viejos temas muy conocidos, como el Cotton Fields, o el Going up to the country de Canned Heat. Les grabé un par de clips y luego me hice un selfie con Jeff, que me dijo que no tiene nada que ver con Paul Espinosa, el director de documentales sobre los chicanos del que les hablé hace no mucho. La taberna Alabanda es un lugar muy pequeño, en donde se organizan algunos domingos este tipo de conciertos, promovidos por la Sociedad del Blues de Madrid, la SBM, de la que soy miembro, como saben. Los conciertos tienen dos pases, a las 13,30 y a las 15.30, con un descanso en medio, que los músicos y asistentes aprovechan para tomarse un tentempié de la taberna. Vean los clips y comprobarán que la gente del público, todo él bastante entrado en años, tiene la libertad de subir al escenario a hacer coros si les place.




Jeff Espinosa, buen músico y mejor persona. El próximo jueves toca en Madrid Jesse Dayton, el bluesman veterano que ha estado de gira más de un año a pachas con Samantha Fish. Les recuerdo que yo vi tres conciertos de Sam con su anterior grupo, en Cazorla, Jerez de la Frontera y Bruselas. Después ya la vi con Jesse en París y Londres, ocasiones ambas en que estuve departiendo con ambos durante los meets and greets posteriores a los conciertos, en donde aproveché para comprar algunos vinilos de Sam que me faltaban. En Melbourne los vi de nuevo y Sam no me hizo demasiado aprecio, aunque me regaló en mano la púa con la que había tocado. En cambio, Jesse hizo muchos gestos de complicidad conmigo durante la actuación y al final se agachó a darme la mano diciendo en español: gracias amigo. Luego salió por allí, me dio unos cuantos abrazos, me preguntó qué hacía tan lejos de mi casa y nos hicimos los selfies de rigor, con tan mala suerte que salieron desenfocados. Jesse viene por primera vez a España, al rebufo del subidón de haber viajado con Sam por todo el mundo y yo no puedo faltar a su concierto, el 3 de abril en la sala Clamores.

Y ya saben que la mismísima Samantha Fish tocará en el Joy Eslava el 14 de junio, evento para el que ya tengo entrada desde hace mucho. Antes de venir a Europa Sam está ahora girando con el gordo Christone Kingfish Ingram, que cada día está más grueso y a mí me da miedo que un día explote-explote-expló, como los contertulios de La Grande Bouffe que se reunen para suicidarse comiendo. En esta gira, les grabaron un vídeo (es un concierto de hace menos de una semana), que les voy a pedir que vean, para que valoren lo que pueden ver dentro de un par de meses por el módico precio de 35€. Sam empieza demostrando por qué ha sido galardonada en más de una ocasión como la mejor cantante de soul del año. Y el duelo guitarrero de la segunda parte del tema es sencillamente grandioso. 

Sam y el gordo están entre los mejores guitarristas de blues del momento y son bastante amigos, como se puede comprobar en el vídeo. No en vano, fue Sam quien lo descubrió y lo empezó a invitar a subir al estrado, cuando tenía 19 años y era simplemente un chaval que sufría bullying en la escuela por dos motivos: por gordo y por adorar la música que le gustaba a sus abuelos, en vez del rap y las otras mierdas (con perdón) que suelen escuchar los chavales de su generación. Kingfish logró sobreponerse al acoso y hoy es un músico respetado, que haría bien en adelgazar un poco. Esto del bullying es algo que ha existido siempre, los matones del cole que te machacaban en cuanto te descuidabas. Los gordos o los feos eran siempre sujetos potenciales de acoso escolar, algo de lo que es difícil defenderse. Kingfish tiene un corazón tan grande como su corpachón y eso le ayudó a sobreponerse. Pero estas cosas siempre dejan algún poso.

Piensen por ejemplo en el Alcalde Almeida. Con lo feo, lo pequeño y lo poquita cosa que es, me jugaría un brazo a que ha sufrido diferentes formas de acoso escolar en su infancia. Él lo ha superado porque es listo, para los temas académicos, y puede fácilmente deducirse que no es mala persona como la señora Ayuso. Otra cosa es que sea el alcalde que se merece esta ciudad. Pero, tal vez por las secuelas de una infancia con problemas a causa de su físico, ahora se mueve acuciado por diferentes miedos. Por ejemplo, él sabe que la primera vez ganó de chiripa; en realidad lo que sucedió es que perdió la señora Carmena. Y esta señora perdió, entre otros motivos, porque durante sus cuatro años de mandato no se hicieron apenas obras, salvo la Gran Vía y el inicio de la remodelación de la Plaza de España, ambas en pleno centro. Ninguna en los barrios. Por eso, este señor hace obras de manera compulsiva, tiene todo Madrid levantado y se ha ganado de largo el mote de El Topillo.

Pero no es este el único miedo que dirige los pasos de un señor que, por otra parte, no tiene ningún plan concreto, ni la más mínima idea de adónde debe ir esta ciudad. Otro miedo que dirige sus actuaciones es el que le recuerda al niño al que le cayó encima un árbol del Retiro y lo mató. Sucedió esto en tiempos de la señora Botella y el Topillo tiene todavía pesadillas con ello. Por eso, ante cualquier eventualidad que suceda en Madrid, Almeida responde con una medida que es para él como el proverbial ungüento amarillo: cerrar el Retiro. ¿Que llueve mucho? Cerramos el Retiro. ¿Que hace mucho calor? Cerramos el Retiro. ¿Que la crecida del Manzanares amenaza con desbordar el cauce? Cerramos el Retiro. ¿Cómo dicen? ¿Qué el cauce está a unos 600 metros sobre el nivel del mar y el Retiro a 670? No pasa nada, cerramos el Retiro por si acaso. Cada vez que bajo a entrenar y me encuentro el parque cerrado, lo que me obliga a correr por el exterior de la verja, me acuerdo del Topillo y toda su familia.

A todo esto se ha añadido recientemente un tercer miedo: el de hacer un Mazón. Que la ciudad se inunde y él esté en un reservado de un restaurante cinco horas con instrucciones tajantes de que no le moleste nadie. Aunque esto no le sucedería normalmente a Almeida; esto le pasa a los puteros y similares y nuestro alcalde es hombre familiar, muy enamorado de su mujer y en espera de la llegada inminente de su primer hijo, acontecimiento para el que ha anunciado que piensa cogerse entera la baja de paternidad de cuatro meses. Estaremos cuatro meses sin alcalde, pero para la falta que hace… Lo cierto es que en España ha llovido en el mes de marzo como no se veía desde hace décadas y hasta los últimos pantanos están a rebosar. En Madrid, hemos superado el trance con humor y les pido que escuchen un audio que circuló por nuestros whatsapps el día en que más llovía. Era un mensaje urgente de nuestro alcalde a todos los ciudadanos. Para escucharlo han de pinchar AQUÍ y darle al triangulito de play.

¡¡¡Que se nos ahoga el Topillo, paaaayo!!! Ay qué disgusto más grande ¿verdá-usté? Si nos quedamos sin alcalde, ¿quién me arregla a mí el bache que tengo en la puerta de la keli, que ni sacar la fregoneta puedo?

Muy bien, ese es el nivel de los políticos que tenemos. No es que el PSOE esté mucho más boyante, pero lo del PP, con personajes como Almeida, Ayuso, Mazón, etcétera, es de traca. Y su mayor problema es el tipo que tienen de líder, que no da para nada la talla. El PP representa a las familias franquistas que, cuando no están en el poder, se sienten escandalizadas y claman: hay que echar del gobierno a esos comunistas corruptos, por los medios que hagan falta. En tiempos no muy lejanos, viendo lo bien que les iba a sus oponentes con un guapo jugador de baloncesto al frente, decidieron intentar algo similar con Pablo Casado, que era bastante guapo también, aunque muy cortito. Cuando vieron que no les funcionaba y que con ese elemento no iban a ganar nunca, le dieron una patada en el culo y se trajeron a Feijoo, pero resulta que les ha resultado un Fake-Jo-oh, que finalmente hace lo mismo que su antecesor: desaprobar todo lo que proponga Sánchez, sin siquiera leerlo, ir de acuseta a Bruselas diciendo que tenemos un presidente muy malo, declaración que suscita las cuchufletas de Van der Leyden y los demás, y amparar a los mazones y similares contra viento y marea.

Este tío es muy feo, y más desde que se ha quitado las gafas que le daban un aire algo menos tosco. De verdad, yo no lo veo de presidente. Y, además, su discurso es cansino y totalmente previsible: sólo abre la boca para decir que lo que acaba de hacer Sánchez es horroroso, declaración a menudo adornada con anuncios de grandes desastres y catástrofes (y luego nunca pasa nada) y con descalificaciones hiperbólicas, del estilo: esto es la mayor vergüenza que se ha visto en España desde las cortes de Cádiz. Resulta muy aburrido escucharle decir siempre lo mismo. Y, fíjense lo que les voy a decir: el día que este señor salga a la palestra a decir que Sánchez ha hecho una cosa bien, las siguientes elecciones las gana. En este país no nos gustan los cenizos, ni los agoreros ni los cansinos.

Pero este post tiene un título muy concreto y todavía no nos hemos puesto al tema. Es que se trata de un asunto peliagudo. Desde la izquierda ortodoxa, se airea el lema No a la guerra, como un mantra o un estandarte inamovible. Es un lema que a mí ya me resulta un poco rancio, pero OK, de acuerdo: no a la guerra en ninguna de sus formas. No es por presumir, pero yo salí a la calle a protestar por la invasión de Iraq, con mis hijos que entonces eran pequeños y con una pancarta que me fabriqué yo mismo y que rezaba Give peace a chance. Así que, por supuesto, no a la guerra. ¿Quiere esto decir que tenemos que quedarnos quietos ante la agresión armada de Putin a un país reconocido por la ONU? Ustedes me dirán. Yo creo que Putin no es muy distinto a Netanyahu. Los dos son un par de asesinos y genocidas, que deberían comparecer un día ante el tribunal de La Haya.

Pero los izquierdistas de manual parecen ver diferente un conflicto del otro. Yo no he visto una sola manifestación de apoyo a Ucrania en la que aparezcan los artistas de la ceja, por citar un colectivo que frecuentemente se indigna por otras agresiones similares. Es un tema complejo, que yo creo que se merece una reflexión sincera y no sesgada por prejuicios y dogmas previos. En ese sentido, me parece muy lúcida la intervención del señor Rufián, el otro día en el Congreso, en el último día de Aitor Esteban como parlamentario. No es que Rufian sea especialmente santo de mi devoción, sobre todo con las formas que usaba al principio de su camino por las Cortes españolas. Pero, quizá con el tiempo, ha logrado una especie de poso político que le permite intervenciones como la que les voy a pedir que vean. Aquí, después de un rato despachándose con Feijoo, casi como un divertimento (como he hecho yo más arriba), entra de lleno en el tema del rearme sí o no, y yo creo que sus dudas y sus reflexiones son legítimas. Escúchenlo, que más abajo les doy las mías propias.

Les diré que comparto muchas de las dudas de la parte central del discurso de Rufián. Pero yo, hoy, me inclino más por apoyar el fortalecimiento de la Unión Europea, por la cuenta que nos trae. Para empezar, a mí me importa un rábano que se me considere un buen izquierdista o por el contrario se diga que me he aburguesado y ese tipo de cosas que he tenido que oír en ocasiones similares. Yo no tengo prejuicios ni acepto dogmas previos. Respeto cualquier opinión, pero pido a la vez que se escuche y se respete la mía. Y, con más de setenta años a mis espaldas, creo que mis opiniones han de basarse en nuestras experiencias pasadas. Como ya he dicho, con motivo de la Guerra española, se firmó un pacto de no intervención, por considerarla un conflicto interno. El primer ministro francés Daladier y el inglés Lord Chamberlain acudieron a Munich a firmar ese acuerdo con Hitler y Mussolini.

Hace un par de posts les mostré la portada del ABC informando de ese acuerdo vergonzoso. Chamberlain y Daladier regresaron a sus países como campeones del pacifismo, como los grandes hacedores de una paz europea duradera. Pero pasaron a la historia como dos imbéciles. Porque Hitler y Mussolini nunca tuvieron la menor intención de respetar ese pacto que habían firmado. Y, mientras Inglaterra y Francia se mantenían exquisitamente imparciales, incluso obstaculizando la llegada de remesas de armas al ejército republicano, Hitler se dedicaba a bombardear Guernica y Mussolini mandaba tropas a Guadalajara. Ahora mismo, de un personaje como Putin no se puede esperar que cumpla ningún pacto, aunque lo haya firmado.

Quiero recordarles también que en las últimas elecciones USA en las que fue elegido Roosevelt, se organizó una plataforma pacifista que se oponía a la intervención en Europa. Se intentó que la encabezara el aviador Lindbergh, un héroe nacional que cruzó por primera vez el Atlántico y cuyo hijo de 20 meses fue después secuestrado y encontrado muerto, por lo que la gente lo adoraba. Lindbergh era simpatizante del nazismo y llegó a ser condecorado por Hitler. Su grupo defendía que la Guerra Europea era un conflicto interno (como la española unos años antes) y que los Estados Unidos debían mantenerse exquisitamente neutrales y llevarse bien con Hitler, por si al final resultaba ganador de la contienda. Lindbergh declinó finalmente presentarse a la presidencia USA, Roosevelt ganó la elección y nunca le estaremos suficientemente agradecidos por su participación en la guerra.

Hay un libro muy inquietante de Philip Roth que nos muestra una distopía. Lindbergh se presenta, gana, los USA pactan con Hitler, que gana finalmente la guerra y la trama de la novela te describe cómo se empieza a perseguir a los judíos en las ciudades americanas. El libro, cuya lectura les recomiendo encarecidamente, se titula La Conjura contra América. Este tipo de ejemplos me llevan a ser partidario de un fortalecimiento de la defensa europea (como dice también Rufián). En un mundo de lobos (Putin, Trump, Netanyahu, etc.) conviene que estemos bien armados para defender nuestro modelo de democracia y de reparto social de la riqueza. No es un modelo perfecto: si lo fuera, le gente no estaría tan desencantada y cabreada como para votar a Trump, Meloni, Le Pene y otros. Si, en base a un mal entendido pacifismo, nos quedamos indefensos en medio de la jauría, nos puede pasar como a los coreanos.

¿No recuerdan lo que les conté de Corea? Corea era un estado pacífico, con una cultura única, basada en un alfabeto creado en el siglo XV. Era la sociedad perfecta, con sus defectos y sus desigualdades, como todas. Pero no tenía apenas ejército, porque pensaban que, siendo tan pequeños no serían enemigo de nadie. Cuando Japón salió de la Edad Media a finales del siglo XIX, con la revolución Meiji y les dio por elegir el modelo fascista e imperialista, entre los varios que apuntaban en el mundo moderno, pues sucedió que el ejercito japonés conquistó toda Corea y la provincia China contigua de Manchuria, esclavizando a la población de ambas regiones.

Corea y su población las pasaron canutas hasta que el Eje Roma-Berlín-Tokyo empezó a perder la guerra. En ese momento, dos ejércitos acudieron a liberarlos: los rusos por el norte y los yanquis por el sur. Y ambos ejércitos avanzaron incontenibles hasta que llegaron a mirarse cara a cara en el Paralelo 42. Y hasta ahora. A ambos lados de ese paralelo subsisten dos estados creados a imagen y semejanza de sus dos liberadores. Por eso, algunos de mis amigos coreanos del sur me han confesado que ellos odiarán siempre a los japoneses. Lo que les quiero decir es que uno tiene que proteger sus propios intereses, así es el mundo que hemos construido los humanos.

Desde luego que la violencia y las guerras nunca solucionan nada y que hay que priorizar los acuerdos y el logro de la paz por otros medios. Pero, ojo con el pacifismo. Si vas por ahí de ingenuo y de pacifista (o si te dejas influenciar por dogmas políticos rancios y poco prácticos) pues puede que la realidad te arrase. Voy a terminar con una historia que ya se contó en mi blog. Todos los meses de agosto, el portero de mi edificio se va a la playa y deja al cargo de su chiringuito a un suplente. Estos suplentes cambian de año en año. Hace no mucho, el suplente de turno resultó ser un intelectual, con una barbita atildada, súper educado y con una confianza absoluta en la gente. Dos detalles para que vean como era este señor. En un barrio lleno de homeless y drogotas como era entonces el nuestro, este señor mantenía la puerta del portal abierta, porque él era un pacifista de libro y no temía a la gente que pudiera pulular por allí.

Le dijimos que mejor cerrara, que a ver si se iba a colar alguien a robar en las casas, pero él no nos hizo caso. Se pasaba las horas escuchando una vieja radio de transistores sin carcasa, con aires de haber sido montada por él mismo y que mantenía a volumen bajo para no molestar a los vecinos. El portero titular le dejó un grupo de carteles para que los dejara en el mostrador cuando se tuviera que ausentar: estoy en la primera escalera, he salido a un recado, estoy en las calderas, o estoy recogiendo la basura. Este último, el de la basura, no le gustó y lo sustituyó por otro que se escribió él mismo con una caligrafía exquisita y que rezaba: Estoy recogiendo los desperdicios domiciliarios. Creo que ya entienden qué clase de persona era.

Bien, pues un día, se fue a alguno de esos recados dejando la puerta abierta y entró un indeseable que le robó lo único que pudo encontrar: la radio de transistores y la colección de carteles. Se quedó bastante cariacontecido y nos los contaba con una cara de pena muy ridícula. Pero desconozco si esta historia le hizo abdicar de sus convicciones. En fin, con esto no estoy diciendo que sea partidario de un rearme como el que parecen haberle impuesto a Sánchez en Europa. Pero al menos pongamos el tema en cuestión y pensemos sobre ello. Ese es mi consejo, además de recomendarles que sigan siendo buenos como siempre.

martes, 18 de marzo de 2025

17. El fascismo ya está aquí

Mis queridos seguidores, a punto de desarrollar unas branquias a los lados del cuello después de casi un mes de lluvia continuada, encuentro por fin un rato en mi apretada agenda de jubilado hiperactivo para contarles algo acerca de mis preocupaciones. Quiero en primer lugar ponerles al día sobre la actualidad de Samantha Fish, a la espera de la publicación de su nuevo álbum el 25 de abril y su actuación en Madrid del 14 de junio, para la que ya tengo mi entrada reservada. Si creían ustedes que iba a dejar de darles la murga con mi querida Sam, es que no me conocen. Solamente un par de apuntes. Por un lado, les pongo el clip que le dedicó el otro día Radio 5 Todo Noticias, breve como todo lo que emite esa emisora, pero que evidencia que a esta señora ya se la empieza a conocer por estas tierras. No como cuando yo la descubrí para todos ustedes en los meses de encierro pandémico de 2020. Para escuchar el audio han de pinchar AQUÍ y luego en el triangulito que indica el Play abajo en el centro. Y ahora les pido que escuchen la segunda canción del nuevo disco, que se ha dado a conocer como primicia reciente. 

Pero yo quería dedicar este post básicamente a hablar de un tema que nos preocupa a todos: ¿es la llegada de Donald Trump por segunda vez a la presidencia USA un peligro real para nuestras vidas? No hay que caer en el pánico, pero conviene estar informado. Para ayudar en esa información, les traigo aquí dos documentos. Uno de ellos es un artículo escrito en francés por Jean Louis Missika, del que ahora les hablo, y el otro una entrevista mantenida por el periodista estrella de la BBC Alexis Conran con el catedrático de economía Yanis Varoufakis, que se hizo famoso cuando encabezó por breve tiempo el Ministerio de Finanzas del gobierno de izquierdas de Alexis Tsipras al que el mundo financiero internacional estranguló para que no pudiera llevar a cabo su programa de reformas.

Ambos abordan el tema Trump con enfoques muy diferentes, pero con una cosa en común: los dos dejan claro que Trump actúa como un bufón, camina como un bufón, se expresa como un bufón, pero hay que tomárselo muy en serio, porque eso es sólo una pose de alguien que maneja muy bien la telerrealidad. Vamos, que deja pequeñito al Montoya ese que salió corriendo por una playa simulando que le habían puesto unos cuernos, tal como le marcaron en un guion televisivo que cumplió a rajatabla. Mal iremos si nos dedicamos a reírnos de Trump, a hacer memes y a tratarle con la condescendencia que se reserva a los locos. Una amiga mía dice que no hay que hacer nada, que Trump caerá por su propio peso. Algo así dijo de Ayuso mi añorado amigo Mariano, que pronosticó que esta señora acabaría cayendo por fuego amigo y ahí la tienen, vivita y coleando mientras mi amigo cría malvas en el cementerio.

He de decirles que conocí personalmente a Jean Louis Missika, cuyo teléfono de contacto conservo, cuando era concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de París. La señora Hidalgo tuvo a bien nombrar para el cargo a este señor, licenciado en Ciencias Políticas por la prestigiosa facultad conocida como Siences-Po, lo que en cierta forma arrebataba el urbanismo de las manos de la casta de los urbanistas de toda la vida. Estuvo en el cargo entre 2008 y 2020 y vino a Madrid encabezando la delegación de París para el acto de presentación de Reinventing Cities 1, momento en que me tocó compartir con él varios días de saraos y encuentros. Desde 2020 se ha pasado al ámbito privado y entre otras cosas dirige una revista cultural on line, en la que ha publicado el artículo que les voy a transcribir abajo y que he traducido para ustedes porque me parece de interés.

Missika establece una serie de paralelismos entre la forma de actuar de Trump y la de Hitler (el otro día comparaba yo las formas de Trump con las de Mussolini, pero este señor va a comparativas más de fondo). El artículo tiene ya un par de semanas pero es curioso cómo se van cumpliendo algunas cosas que se anunciaban aquí, como el no cumplimiento de sentencias de un poder judicial al que desprecia, o el gran circo que se ha montado con los mafiosos venezolanos a los que ha uniformado con monos de presidiario y ha empaquetado con destino a El Salvador, para que su amigo Bukele les dé el trato que merecen. Comparen estas escenas con las de los judíos en la Alemania nazi y verán que ambos grupos son tratados como alimañas. Creo que la lectura de este artículo es de interés, para que vayamos viendo lo que puede venir.

Donald Trump y Adolf Hitler

 

Por Jean-Louis Missika

Director editorial de La Grande Conversation

 

Nunca se dirá lo suficiente cuánto daño hizo Mike Godwin, abogado y especialista en nuevas tecnologías de la información, cuando inventó el punto Godwin, el famoso punto al que se llega en una conversación cuando se empieza a hablar de nazismo para descalificar las ideas del interlocutor. El nazismo es un episodio político, monstruoso sin duda, pero forma parte de una sucesión de regímenes políticos en Europa y en todo el mundo. Como tal, es legítimo incluirlo en las comparaciones históricas para comprender mejor los regímenes actuales. Pero cuando uno intenta hacerlo, es inmediatamente descalificado por un despectivo Godwin o incluso por una desdeñosa reductio ad Hitlerum.

 

Y, sin embargo, como nos recuerdan explícitamente los saludos nazis de Elon Musk y Steve Bannon, la comparación con el nazismo es esencial para entender el trumpismo en su versión 2.0. Sin ponernos demasiado psicológicos, podemos establecer un paralelismo entre dos estrategias políticas que utilizan la violencia para doblegar a la Administración, desafiar al Estado de Derecho, demonizar a los extranjeros y practicar el expansionismo imperial. Godwin se debería morder los dedos.

 

Alimañas

 

Al igual que Adolf Hitler, Donald Trump llegó al poder principalmente por medios legales. Al igual que él, se ganó a sus votantes con una retórica ultranacionalista, glorificando la grandeza pasada (y futura) y movilizando el odio y el miedo a los extranjeros, igual que Hitler movilizó estas pasiones contra los judíos, presentándose como víctima de una conspiración. Todo ello en una verborrea repetitiva e irracional que recuerda la logorrea informe del autor de Mein Kampf, tan bien descrita por Olivier Mannoni. Porque, como ha demostrado Viktor Klemperer, el fascismo se manifiesta ante todo a través de la destrucción del lenguaje. Hay incluso similitudes inquietantes en el vocabulario utilizado, en particular el uso de la palabra alimaña para describir a sus oponentes políticos.

 

Nada más ser elegido, Trump expresó su deseo de extender el territorio de Estados Unidos por la fuerza y el chantaje, en una concepción imperialista de las relaciones internacionales, en la que los imperios controlan zonas de influencia y someten a los Estados que las ocupan: el Lebensraum (espacio vital) se envuelve ahora simplemente en los supuestos imperativos de la seguridad nacional estadounidense. Como Hitler, Trump tiene preferencia por las alianzas con dictadores, en particular rusos: el pacto Trump-Putin para sellar el destripamiento de Ucrania se parece al pacto Ribbentrop-Molotov para sellar el destripamiento de Polonia.

 

El primer intento golpista de Trump fracasó el 6 de enero de 2020, igual que fracasó el putsch de Múnich el 8 de noviembre de 1923. La justicia alemana resultó más eficaz que la estadounidense, ya que Hitler fue condenado a cinco años de prisión, de los que sólo cumplió trece meses, tiempo durante el cual escribió los dos volúmenes de Mein Kampf, mientras que en Estados Unidos los amotinados del 6 de enero acaban de ser indultados. También hay un paralelismo inquietante en la forma en que estos dos putsches igualmente patéticos se han convertido en elementos clave de los mitos fundacionales tanto del nazismo como del trumpismo. Hitler y Trump aprendieron de estos fracasos para preparar y triunfar en su segundo golpe de Estado, tras su conquista del poder a través de las urnas.

 

Gleichschaltung

 

Una vez conquistado el poder, lo que ocurre en Washington también se parece a lo que pasó en Berlín. El DOGE de Elon Musk pretende aterrorizar a los funcionarios y doblegarlos, especialmente a los que trabajan para causas ajenas al nuevo régimen, como las agencias medioambientales o de ayuda humanitaria. Los supuestos objetivos de ahorro presupuestario son una farsa: son inalcanzables mientras los gastos militares y sociales (Medicare y Medicaid) no se vean afectados, y no se pretende que así sea: Hitler también perdonó al Estado del bienestar alemán. Por tanto, Musk miente en las cifras que publica, y no es de extrañar.

 

Mientras tanto, los brutales despidos, las amenazas y los chantajes se asemejan a lo que la administración nazi llamaba Gleichschaltung, que puede traducirse como «alineación», para doblegar a los opositores, aterrorizar a todos los que no piensan (y votan) bien y seducir a unos pocos. El hecho de que todos los funcionarios que cuentan sus desventuras a los grandes medios de comunicación lo hagan de forma anónima es un síntoma de este clima de terror. Los grandes medios de comunicación son los siguientes en la lista, y pronto les llegará su turno. Trump ha despojado a Associated Press de su acceso a las ruedas de prensa de la Casa Blanca en favor de partidarios de MAGA cuyas habilidades periodísticas aún están por demostrar.

 

Cuando Jeff Bezos interviene en la política editorial del Washington Post y prohíbe la publicación de artículos que representen determinadas opiniones, uno recuerda lo que la administración nazi llamaba autoalineación en el contexto de la Gleichschaltung, es decir, la sumisión voluntaria a la línea definida por el Führer. Ciertamente, por el momento, hay una diferencia considerable entre lo que hacen los esbirros de Musk y lo que hacían las SS en 1933 en términos de violencia política (pensemos en el incendio del Reichstag, en la Kristallnacht o en los asesinatos sumarios perpetrados por las SA), pero el espíritu es el mismo. En el siglo XXI, la violencia psicológica ha sustituido a la violencia física como medio de subyugar las mentes, pero la intención y el resultado son similares. El uso de la fuerza simplemente ha cambiado de objetivo en un siglo: tomar el control de los sistemas de información y los archivos de todos los ciudadanos es un nuevo tipo de golpe de Estado, pero sigue siendo un golpe de Estado. Y esto es sólo el principio de la subyugación de la sociedad estadounidense.

 

Otra etapa clave es la sumisión de una gran parte de la comunidad empresarial y de los capitanes de la industria al nuevo régimen, como los Krupp o los Thyssen al Tercer Reich. Su flexibilidad es tan fascinante como siempre. Bastaron unas semanas para que decenas de grandes empresas estadounidenses pusieran fin a sus programas antidiscriminatorios, ensalzaran las virtudes de la energía masculina y, en general, se plegaran a la nueva etiqueta. Con algunas excepciones, las principales figuras de la tecnología se han apresurado especialmente a mostrar su lealtad a los amos de MAGA.

 

La forma en que la administración Trump está atacando a la ciencia también es sintomática de un objetivo totalitario, en el que la ideología prevalece sobre los hechos. En febrero de 2025, dejó de financiar investigaciones científicas que mencionaran la palabra «clima» o términos relacionados. Datos científicos cruciales sobre el clima han sido eliminados de las páginas web gubernamentales, destruyendo años de investigación e impidiendo a los investigadores continuar su trabajo. La Fundación Nacional de la Ciencia ha suspendido el acceso a la financiación de muchos proyectos en curso porque no cumplen las directivas presidenciales que prohíben financiar investigaciones sobre teoría de género, diversidad, equidad o inclusión. En los estados republicanos, más de 10.000 libros fueron prohibidos en las escuelas públicas en 2024. Esta ola de censura está siendo impulsada por grupos MAGA que cuestionan libros que abordan temas como el racismo, el antisemitismo o los derechos LGBTQ+. Entre los libros prohibidos se encuentran Maus, un cómic clásico sobre el Holocausto, Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y El ojo más azul, de la premio Nobel Toni Morrison. Son señales débiles, pero no deben ignorarse.

 

Por último, al igual que su siniestro predecesor, Trump no tiene reparos en alabar la deportación como medio para resolver los problemas del mundo. Como los polacos de Prusia Oriental o Silesia, o los franceses de Alsacia, el inquilino de la Casa Blanca cree que Gaza sería mucho más hermosa sin sus palestinos, y que Estados Unidos sería más grande sin sus 11 millones de inmigrantes recientes. Hay que decir que el siglo XX no esperó a Hitler para organizar este tipo de purgas: el difunto Imperio Otomano experimentó terribles purgas en Anatolia y los Balcanes. Pero al reanudar este tipo de prácticas, Trump podría romper definitivamente las promesas hechas en 1945 sobre las ruinas del Tercer Reich y autorizar a muchos otros a cruzar los mismos límites morales que él.

 

Una ideología fascista

 

Los medios de comunicación se centran en las payasadas y los tuits surrealistas de Donald Trump. Tienden a pasar por alto los textos teóricos que sustentan la ideología fascista del nuevo régimen. El payaso esconde al dictador. Y, sin embargo, todo está ahí, ante nuestros ojos. Hay que leer esos textos. Pero no basta con leerlos, también hay que tomárselos en serio, como debería haberse tomado en serio Mein Kampf en 1925.

 

Hay que leer y tomar en serio a Peter Thiel cuando escribe que «ya no cree que la libertad y la democracia sean compatibles, o cuando anuncia el apocalipsis en un artículo de opinión en el Financial Times. Peter Thiel es el antiguo jefe del vicepresidente J. D. Vance, que financió su campaña senatorial en Ohio y convenció a Trump para que lo contratara como vicepresidente. Hay que leer a los teóricos del Dark Enligthment, en particular a Curtis Yarvin, el gurú de Silicon Valley, apoyado por Peter Thiel, que influyó en J. D. Vance, el nuevo ideólogo del régimen. Yarvin sostiene que el experimento democrático de los dos últimos siglos ha fracasado, que Estados Unidos debe superar su fobia a los dictadores y que una nueva aristocracia debe gobernar el mundo, formada por empresarios multimillonarios e ingenieros tecnológicos.

 

También deberíamos leer a Patrick J. Deneen, filósofo católico ultraconservador, otro de los autores de referencia de J. D. Vance, que aboga por el advenimiento de una nueva élite «aristo-populista», y cree que la democracia liberal ha conducido a la disolución de las estructuras sociales tradicionales (familia, comunidad, religión) y a la concentración del poder en manos de una élite tecnocrática y progresista. La nueva élite será virtuosa en esencia y permitirá al pueblo librarse de la oligarquía que gobierna actualmente, utilizando la democracia liberal como pantalla.

 

Detrás de las referencias teóricas, históricas o religiosas, todos estos textos expresan una aversión a la democracia liberal, al Estado de derecho y al pluralismo, y reclaman una nueva forma de dictadura puesta en manos de los gigantes tecnológicos, una aristocracia que habrá demostrado su superioridad por su éxito en los negocios y la tecnología digital, y que por tanto tendrá legitimidad para gobernar sin la unción del sufragio universal. Desde un punto de vista, la troika Trump/Musk/Vance es la encarnación perfecta de esta nueva aristocracia.

 

La agenda golpista

 

Adolf Hitler necesitó una serie de leyes y tomas de poder para superar la estructura federal de la República de Weimar. El término Gleichschaltung se derivó originalmente del deseo de abolir las competencias de los estados federales y establecer un sistema vertical de poder y unidad de mando. Este proceso duró dos años. Donald Trump se enfrenta a un problema similar: estados y ciudades estadounidenses con sus propios poderes y elecciones, y un poder judicial independiente. En cuanto a la justicia, la estrategia de la Administración es simple: ganar tiempo multiplicando los recursos y no aplicando las sentencias judiciales.

 

Llegado el momento, declarará claramente que se niega a tenerlas en cuenta si le son desfavorables. Las primeras escaramuzas ya se han producido a nivel estatal y local. Trump está aplicando las mismas recetas: chantaje, amenazas y corrupción. El chantaje por las subvenciones federales es un clásico. Gavin Newson, gobernador de California, ha recibido la orden de cambiar las normas medioambientales del Estado si quiere financiación federal para luchar contra los megaincendios. Janet Mills, la Gobernadora de Maine, ha recibido un chantaje similar por la cuestión de la participación de estudiantes transexuales en competiciones deportivas, unido a una investigación federal sobre el Departamento de Educación de Maine. Las amenazas son cada vez más concretas, sobre todo en relación con los alcaldes demócratas que utilizan sus ciudades como refugio de inmigrantes. Después de que Mike Johnston, alcalde de Denver, expresara su disposición a proteger a los migrantes en su ciudad, Tom Homan, el zar de la frontera de la administración Trump, declaró: El alcalde de Denver y yo estamos de acuerdo en una cosa: está listo para ir a la cárcel; yo estoy listo para enviarlo allí

 

Por último, la corrupción, que permite ceder a los más vulnerables. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, se libró de ser procesado por corrupción al aceptar que el gobierno federal acorralara a los inmigrantes en su ciudad. Los gobernadores y alcaldes demócratas están atrapados en una trampa mortal: frente a las intromisiones ilegales del gobierno federal en sus competencias, sólo pueden recurrir a los tribunales, pero éstos también están siendo puestos en entredicho por la administración, que confía en su control del Tribunal Supremo para ganar la mayoría de los casos actuales. Además, habrá que juzgar miles de casos, lo que hace la situación incomprensible para el público e inmanejable para el poder judicial.

 

Pero la cuestión esencial está en otra parte. Hitler necesitó menos de un mes, entre su llegada a la Cancillería y el incendio del Reichstag, para imponer su poder. Donald Trump tiene dos años para dar su golpe de Estado, y conocemos el plazo: el 3 de noviembre de 2026 se celebrarán las elecciones de mitad de mandato para renovar toda la Cámara de Representantes y parte del Senado. O bien estas elecciones serán limpias y los demócratas recuperarán el control de la Cámara de Representantes y quizás del Senado, o estarán amañadas y Donald Trump habrá triunfado en su golpe de Estado. En el primer escenario, la democracia estadounidense habrá sobrevivido al intento de putsch, aunque la reconstrucción del Estado de Derecho será larga y difícil. En el segundo, Estados Unidos se habrá vuelto fascista, Donald Trump será presidente vitalicio, el Congreso se parecerá a la Duma y la putinización de Estados Unidos estará a punto de completarse.




No me digan que la cosa no es para que se les pongan los pelos de punta. Pero vamos con el segundo de los documentos prometidos. Varoufakis responde al periodista de esta radio pública de la BBC con bastante precisión. Abajo tienen el vídeo que les pido que vean (doy por supuesto que ya saben cómo ponerle subtítulos en español). Por destacar algunos conceptos, lo que este señor dice es que Trump tiene tras él un grupo de consejeros del tema económico que son de mucho peso. Y que todo este delirio arancelario tiene un objetivo preciso y concreto: hacer que el dólar baje, para que se encarezcan las importaciones y se abaraten las exportaciones, lo que a medio plazo provocaría que la gran industria, que en las últimas décadas deslocalizó la producción a países con costes laborales o sociales más bajos, se vea impulsada a regresar a los USA y ello induzca la reindustrialización del Medio Oeste y los demás estados de la América profunda. Al fin y al cabo, en estos estados es donde se ha votado más a Trump, que les prometió un renacer de su tejido industrial tradicional.

Pero eso lo quiere hacer Trump sin que el dólar pierda su carácter de patrón monetario internacional, papel en el que un día ya muy lejano vino a sustituir al patrón oro. Si el dólar baja mucho, tal como está provocando Trump, podría verse sustituido en esa función por el euro, el yuan, la libra o cualquier otra moneda. Y esto no le conviene a nuestro personaje del pelo naranja, por la mala imagen que daría y la pérdida de poder que supondría. En resumen, que este señor pretende hacer una especie de orfebrería fina para recuperar la industria sin que el dólar deje de ser el referente monetario mundial. Algo así como lo que se expresa en el refrán extremeño de mi querido amigo Críspulo que ya cité en el blog: todos queremos el cochino gordo, pero que pese poco para que no sea tan caro. Y esa especie de cuadratura del círculo la podría conseguir Trump recurriendo a las criptomonedas, que por eso las quiere potenciar. Interesante tesis esta de Varoufakis, en el vídeo que ya les pido que vean.

En fin, creo que con estas dos aproximaciones al fenómeno del trumpismo sabemos algo más sobre él y podemos estar listos para defendernos, por la cuenta que nos trae. Lo demás es teatro y telerrealidad. Como el show que montaron Trump y Musk delante de la Casa Blanca, para promocionar la venta de automóviles eléctricos Tesla. Las ventas de estos coches han caído en picado. ¿Por qué? Pues está muy claro. Los compradores de estos vehículos son todos gente concienciada con el tema climático y a la vez con mucho dinero, porque un coche eléctrico Tesla es mucho más caro que uno estándar. Es decir, son lo que se llama en Francia bobos (bourgeois bohemes), o lo que la ultraderecha denomina izquierdistas woke. Que el gurú de estos automóviles haga el saludo nazi no les gusta y por eso no llegan nuevos compradores. En el esperpento de los jardines presidenciales no faltó siquiera el niño Equiscito, como pueden ver en la foto.

En cuanto a las promesas de Trump de acabar con la guerra de Ucrania en 24 horas, de momento ya han pasado dos meses desde su toma de posesión y lo más que ha logrado es hablar por separado con Zelensky y Putin, sin resultados visibles. Los contendientes en este desigual combate se siguen zurrando de lo lindo y, mientras las dos guerras que había en marcha hace dos meses siguen de la manera más encarnizada, Trump ha creado nuevos focos de tensión con Groenlandia, Canadá y otros lugares. Por si las moscas, Putin ya tiene preparada la mesa para una eventual negociación (no hay que hacer memes sobre estas cosas, pero yo voy a seguir haciéndolos porque este blog es más de esta línea que de unos análisis políticos sobre los que siempre les insisto que no estoy debidamente preparado para hacer). Con esta imagen les dejo que se sigan calando bajo la lluvia. Ya saben que nunca choveu que non escampara, pero el segundo paso de Trump por el poder puede que no sea tan fácil de revertir. A Hitler hubo que echarlo a bombazo limpio. Sigan siendo buenos, pero mantengan los ojos bien abiertos. Por si las moscas.

sábado, 8 de marzo de 2025

16. La lluvia, los autoaranceles, el calvito y otras inconsistencias

Aquí seguimos Tarick Marcellino y yo, haciendo las cucharitas, y lo demás que no se cuenta en este foro, a resguardo de las lluvias más o menos finas pero muy persistentes, que nos llevan anegando desde hace un par de semanas y amenazan con seguir otras dos. Para el campo, esto es buenísimo y también para los urbanitas de las áreas centrales, porque la lluvia espanta ligeramente a los turistas pedorros que nos impiden disfrutar de nuestros barrios, o lo que queda de ellos, desde los viernes a mediodía hasta los domingos al atardecer. Parece que hasta el Manzanares está en riesgo de desbordarse y es momento de que comprobemos si los dos gigantescos estanques de tormentas, construidos durante las obras de la M30-Madrid Río, sirven para algo más que como escenario de ciertas series de éxito, como La Casa de Papel, en cuya segunda temporada la banda de ladrones protagonistas se escondía en las instalaciones del estanque del norte.

Aprovechando el encierro, yo ya me he sacado mi entrada para ver a Samantha Fish el 14 de junio. Y tal vez no tarde mucho en comprarme la del concierto del 3 de abril en la Sala Clamores, en donde tocará por primera vez en Madrid el gran Jesse Dayton, que acompañó a Samantha como cabeza de cartel compartida durante más de un año, por lo que yo tuve la ocasión de verlo en París y Londres y también en Melbourne. Allí me reconoció y me reuní con él al final del concierto. Me dio bastantes abrazos y espero que no se le haya olvidado mi cara. Samantha en cambio no se mostró muy impresionada de que la siguiera al otro lado del mundo, aunque también me reconoció y me regaló su púa, que luego perdí en un infausto episodio narrado en este blog. Samantha empezó en esto de la música con 19 años y es la dueña de su propia empresa por lo que ha de cuidar de su carrera, que va viento en popa. Ahora es una mujer espléndida de 36 años, como evidencia esta foto reciente.

Samantha fue recientemente galardonada con uno de los She Rocks Awards, los premios que cada mes de enero concede la NAMM, Asociación Nacional de Comerciantes de Música, para premiar a las mujeres más emprendedoras en el mundo de la producción musical. Samantha aprovechó parte de los dos minutos y pico de que dispuso al recibir el galardón para contar cómo fueron sus inicios. Ya saben que ella, siendo casi una adolescente, llamaba por teléfono a todos los locales de Kansas City, se presentaba como la secretaria de la Samantha Fish Band y decía: ¿de verdad no los conocen? Les puedo garantizar que son muy buenos y van a llenar su local. Poco a poco se fueron dando a conocer y sus shows se empezaron a llenar, en Kansas City y por todo el entorno. Sam cuenta esto con humor y sin darse mucha importancia y luego dedica un instante a dar las gracias fugazmente a su familia en general y más detalladamente a todos los que trabajan en equipo con ella.

Los asistentes al acto se creen que ya ha terminado y rompen en aplausos. Pero aun le queda lo mejor, su discurso más ideológico y rompedor. Esta chica es consciente del valor de la brecha que ella ha abierto en el muy masculino mundo del rock, una brecha que servirá para las artistas que vengan detrás, como ya hacen Ghalia Volt, Ally Venable y otras muchas. Les pido que lo vean, es un discurso muy adecuado para escucharlo en el día de hoy 8 de marzo, en el que la lluvia pertinaz no ha conseguido evitar que las mujeres de Madrid salgan a la calle a reivindicar su lucha, ahora amenazada por la ola ultraderechista que lideran Trump y otros. Por cierto, les repito que es muy sencillo poner los subtítulos en español, yo los puse una vez en un vídeo de Youtube y ya los tengo predeterminados, me salen sólo con pinchar en el icono de abajo a la derecha.

Ya ven que esta chica tiene la cabeza bien asentada sobre los hombros. Por cierto, la ciudad a la que da gracias al final es, por supuesto Los Ángeles, a la que se refiere como LA, lo que hace que el traductor automático se quede in albis. En cualquier caso, está bien que se digan estas cosas a día de hoy en los USA, donde unos 77 millones de ciudadanos (entre los que hay sin duda muchas mujeres, igual que muchos latinos) acaban de entregarle el poder al energúmeno del pelo naranja, con los resultados que estamos viendo y que son muy peligrosos para el mundo en su conjunto, igual que cuando Alemania votó mayoritariamente a Hitler. Este señor tiene cerca de 80 años, pero se ha cuidado de poner de vicepresidente a un tipo aún más impresentable, para la eventualidad de que le pueda dar un perreque antes del fin de mandato. Por cierto, si no cambia la Constitución americana, no se puede presentar por tercera vez. Pero ya vimos hace cuatro años qué mal llevaba eso de tener que abandonar la Casa Blanca.

Como ya les he dicho, hay una cosa que no se le puede negar a Trump: está cumpliendo con lo que prometió en su campaña electoral. 77 millones de yanquis le votaron con ese programa y esas formas, que ahora está desarrollando. Y otra cosa en la que está siendo consecuente: cuando surgieron las guerras de Ucrania y Gaza, Biden (y Occidente en general), apoyaron en el primer caso al agredido y en el segundo al agresor, lo cual era una incoherencia, que yo denuncié en el blog. Ahora todo casa: Trump apoya al agresor en los dos casos. Está a partir un piñón con Netanyahu y Putin, así como con Meloni, Orban, Farage, Milei, Bukele y demás gobernantes autoritarios y poco democráticos. Además de Abascal, que hace de bufón del grupo. Trump reconoció su papel en un discurso en el que trató de decir su nombre, aunque no se lo sabía muy bien y sonó San Diego Obiscal.

Trump se entiende con todos estos porque utiliza el mismo lenguaje gangsteril y las mismas tácticas de matón de colegio que ellos. Toda su gestualidad denota exactamente lo que es, incluso de una manera obscena, como se vio el otro día con la encerrona que le prepararon a Zelensky. Realmente esa reunión estuvo perfectamente orquestada como un reallity show, la especialidad de Trump. Ya nada más entrar y en riguroso directo, le insultaron por ir en traje de faena y sin corbata, para ver si lo intimidaban, aunque no consiguieron que firmara el acuerdo que pretendían imponerle. Ya les he dicho muchas veces que yo no soy un analista político, pero sí soy un buen observador de conductas y formas. Y la gestualidad de Trump es, como he dicho más arriba, obscena. El orgullo, la prestancia impostada, el carácter mosqueón, la amenaza permanente de violencia, la ostentación de poder, la vanidad, el gusto por el halago. Yo creo que no se ha visto nada así desde Mussolini, salvando algunos dictadores africanos como Bokassa o Idi Amín. Vean un vídeo del Duce, a ver si encuentran esas similitudes que yo veo.

Con gestos como esos se pueden decir obviedades como que el Mediterráneo es un mar ciertamente meridional, sin que nadie rechiste, por la cuenta que les trae. Yo había pensado en esa similitud con Mussolini, pero buscando imágenes de ambos compruebo que el parecido ya ha sido observado por muchos usuarios de redes sociales y es fácil encontrar parejas de fotos como la que les pongo abajo.

La encerrona que le montaron a Zelensky en la Casa Blanca, no tiene parangón en los tiempos recientes y remite a la actitud agresiva de Juan Pablo II (otro experto en reallity shows, que llegaba a los países por primera vez y se tiraba a besar el suelo de forma muy aparente), cuando llegó a Managua en 1983 y le recibió en el aeropuerto el sacerdote poeta Ernesto Cardenal que era por entonces Ministro de Cultura. Cardenal se arrodilló ante el Papa e intentó besarle la mano, pero este retiró la mano y le regañó severamente con el dedo índice extendido, igual que Trump y Vance ante Zelensky. De vuelta en Roma lo suspendió como religioso y el tipo no pudo decir misa hasta que, 35 años después, el Papa Francisco le perdonó oficialmente. Estaba por entonces ingresado en un hospital esperando la muerte, pero tuvo el coraje de revestirse con una casulla para decir una última misa antes de su fallecimiento. Vean una imagen de la famosa escena del aeropuerto.

Trump es un tipo colérico con tendencia a cogerse unos cabreos supinos, uno de estos que dice sujétame el cubata que ahora mismo te pongo unos aranceles que te vas a cagar. Porque esa es su arma intimidatoria principal, ponerle aranceles a todo el mundo a diestro y siniestro. Después de jugar con México, Canadá y China al jueguecito ese de Alirondo-alirondo-alirondo el arancel te lo quito y te lo pongo, ahora amenaza a la mismísima Rusia con ponerle también aranceles como no espabilen y se sienten rápido a negociar la paz en Ucrania. Sólo le queda ya un paso pendiente: ponerse aranceles a sí mismo, es decir, a los USA. El tipo está tan charamita que sería capaz de ponerle aranceles a las exportaciones de su país. Este señor, desde luego se merece el mural de Bansky que les muestro.

Qué debe hacer Europa ante un tipo tan peligroso y volátil. Pues andar con mucho tiento. Desde luego, lo que no se puede hacer es bajarse los pantalones como se hizo ante Hitler. Por si no lo recuerden, en 1938, Inglaterra y Francia firmaron un tratado con Hitler y Mussolini que implicaba de hecho mirar hacia otro lado ante la anexión de los Sudetes y de paso acordar la no intervención en la guerra española, considerada como un asunto interno. Por parte inglesa y francesa firmaron Lord Chamberlain y Daladier, dos políticos de infausto recuerdo, que volvieron a sus países proclamando que habían sellado la paz.

Después se sabe lo que pasó. Un año después, Hitler invadió Polonia. Y en cuanto a España, Hitler y Mussolini incumplieron lo firmado y continuaron ayudando a Franco. Francia y Gran Bretaña no movieron un dedo por la República, a la que sólo ayudó Rusia, vendiéndole armamento de segunda mano y munición caducada. Daladier y Chamberlain pasaron a la Historia como dos imbéciles. Pero quiero que contemplen la portada que les dedicó el ABC cuando firmaron su tratado con el que creían blindar la pax europea. El ABC ha sido siempre un medio de información totalmente baboso.

¿Cómo se explica que un tipo como Trump haya ganado claramente las elecciones USA? Pues yo tengo sobre esto una teoría que se puede aplicar a cualquier ganador insólito de unas elecciones. El tipo ha ganado su competición, en términos deportivos, por incomparecencia del contrario. Porque su enemigo es muy malo como contendiente. En este caso, la terquería de Biden de volverse a presentar cuando no estaba en condiciones físicas ni mentales para ello, lastró definitivamente las posibilidades de los Demócratas, que tuvieron que improvisar deprisa y corriendo la candidatura de Kamala, mujer y negra, condiciones que hubieran requerido una larga preparación del electorado. Kamala hizo lo que pudo, pero no fue suficiente. Esta teoría mía es aplicable a muchos otros casos, como veremos.

Por ejemplo, el de Pedro Sánchez. Este señor es un político no demasiado brillante, aunque cada vez va mejor en mi opinión, pero gana porque las figuras que le opone el PP son penosas. El fraCasado era de muy poquito recorrido y por eso lo defenestraron desde dentro, porque pensaron: con este pobre chaval no ganamos nunca. Pero es que Feijoo es malísimo también. Después de presentarse como alguien que iba a hacer una oposición fundamentada y trabajada, y también educada, no tardó en copiar lo que hacía su antecesor: el boicot permanente del gobierno a ver si cae, la oposición a todas sus propuestas antes incluso de estudiárselas, sólo porque las presenta Sánchez, la utilización de la hipérbole (cada pasito del Gobierno va a causar un terrible desastre, cuando luego nunca pasa nada). Este tipo es muy malo como político y en el PP empiezan a decir bajito que para este viaje no necesitaban tantas alforjas.

Y lo mismo pasa con el alcaldillo que tenemos en Madrid, ese personaje que tiene la cara dura de presumir de que ha bajado la contaminación desde que está él al mando. Es cierto que la contaminación ha bajado, pero ello se debe a múltiples factores. Como la permanencia de Madrid Central, el plan de Carmena que él había prometido revertir y ya en el poder no lo hizo, bajo la triple presión europea, jurídica y popular. Carmena planificaba a largo plazo, su problema es que descuidaba el plazo corto y la gente no la entendía. A esto hay que añadirle que el parque automovilista cada vez es menos contaminante, se renueva mucho y hay muchos coches híbridos y eléctricos circulando. Y que después de la pandemia se ha generalizado el teletrabajo en empresas y administraciones, por lo que el tráfico no es tan masivo como antes. Pero ninguna de estas razones tiene relación con una sola medida que haya propuesto o implementado el actual equipo de gobierno municipal.

Pero, a lo que vamos: este señor ha ganado ya dos veces las elecciones. ¿Por qué? Pues porque la izquierda le pone enfrente a unos candidatos mediocres y flojos, peores que él. ¿Acaso recuerdan ustedes quién fue el candidato del PSOE en Madrid en las últimas ocasiones? Yo la última que recuerdo fue Trinidad Jiménez, que perdió contra Gallardón, que ya ha llovido. Por cierto, al alcaldillo este que tenemos, la izquierda más podemita le puso un mote muy injusto en mi opinión: Carapolla. A mí no me gusta llamarlo así, prefiero motarlo de El Topillo, porque va haciendo obritas por todas partes, levantando el firme como hacen los topillos con el césped. Es cierto que es muy feo (feo de cojones) pero su cara recuerda más a la de un roedor como el topillo, que a lo otro. Tal vez, los Errejón y Monedero estaban tan obsesionados tocándole el culo a sus seguidoras y alumnas, que no se miraron nunca su propio órgano, para ver cómo era.

Yo creo que en nuestra actualidad hay otro personaje que se merece mucho más ese epíteto infamante de Carapolla, ahora les digo quién. Tal vez hayan visto la película The Inside Man, que aquí se llamó Plan Oculto. En ella, el policía principal que intenta solucionar un atraco a un banco en Nueva York, interpretado por Denzel Washington, aprovecha los pocos momentos de descanso que tiene para telefonear a su novia que es también policía y le espera en una comisaría. Y la chica, todas las veces empieza por preguntarle cómo está, para, a renglón seguido preguntarle: ¿y cómo está mi amigo el calvito? Y él responde: echándote de menos, como de costumbre. Es el código secreto que tiene esta pareja muy enamorada para referirse a eso en lo que están pensando. Sentado esto, creo que el epíteto en cuestión se lo merece mucho más el personaje cuya foto les pongo más abajo. Es que yo veo esa imagen e inmediatamente me la imagino embutida en un preservativo.


En fin, que este post se ha ido de madre y vamos a cambiar de tercio para terminar, que en este blog pueden entrar niños y no es cuestión de seguir por esta vereda. Tal vez venga a cuento como colofón un poema de Ernesto Cardenal, que expresa cuanto detesta el poeta el implacable paso del tiempo. La verdad es que no hay forma de oponerse a esto. Trump pasará y todas las demás calamidades. Pero el tiempo seguirá fluyendo a su ritmo imposible de detener, acercándonos cada día más a la hora final. Yo, sin ir más lejos, acabo de cumplir los 74 y ninguno de los seguidores de mi blog se ha acordado de felicitarme por ello. Ya ven cómo son las cosas. Intenten ser buenos y de esa forma aprovecharán mejor su tiempo. Les dejo con el poema en cuestión.

                                   Tiempo, yo te odio. Aunque sin ti no existiera                                                                     Y por tu pasar moriré, aunque por tu pasar nací                                                                  Como San Francisco de Borja yo quiero ahora

 Amar a alguien a quien no toque el tiempo

 Y que alquilemos un cuarto donde la noche no pase                                   Ni se apaguen uno a uno los anuncios de neón