Pues en el ínterin entre mis
viajes veraniegos 2 y 3, aprovecharé el tiempo para hacerles una reseña de mi
segundo viaje, felizmente terminado tras cuatro días realmente especiales en
torno al Festival de Blues de Béjar. Si bien quiero decirles primero que, en
estos días, la actualidad no ha parado de discurrir desbocada como en las
semanas precedentes y, aunque no sigo especialmente los debates del Congreso,
como todos ustedes he podido ver con estupefacción como Feijoo se dedicaba a
insultar la memoria del suegro fallecido de Sánchez, llamando prostitución a lo
que simplemente era una cadena de saunas donde los gays se reunían para hacer
sus contactos. Los gays debían utilizar ese medio porque estaban prohibidos en
tiempo de Franco; abajo en la esquina de mi casa hubo una de estas saunas
durante años.
Este tipo de negocios se vino
abajo cuando la homosexualidad se homologó como un comportamiento corriente y
se legalizó el matrimonio gay, de la misma forma que la gente dejó de ir a
Perpiñán cuando las películas que se veían en todo el mundo, menos en nuestra
censurada cartelera, pasaron a exhibirse normalmente. Igual que los cines X
desaparecieron cuando los adictos a este tipo de cine empezaron a disponer libremente de ello en sus
casas. Pero en esas saunas, que yo sepa no se ejercía ningún tipo de
prostitución y hay que ser muy paleto para confundir ambas cosas. Que Feijoo saque este tema como su gran descubrimiento, en el
momento en que podía haber hecho mucha más sangre por el caso Cerdán-Ábalos, da
la talla exacta de este señor: no es sólo un mal político, torpe, vago, desmañado
y feo, sino que además es un canalla. Y es muy difícil que los españoles voten
a un canalla para presidente.
Discúlpenme, pero es que le tengo
mucho asco a este señor; creo que hasta podría votar a Abascal antes que a este impresentable.
En el reciente congreso de su partido, ha defenestrado a la piraña Cuca Gamarra,
seguramente porque no insultaba lo suficientemente alto. Y le ha dado todo el poder a
Tellado, un personaje que se ajusta al prototipo de lo que se llama en Galicia un marulo. Un tipo al que
Feijoo se ha traído de Galicia para que ataque y muerda como un perro bulldog.
Un sujeto al que le crecen percebes en los sobacos y mejillones en sus partes
bajas. En esta guerra contra el sanchismo (¿ustedes saben lo que es eso?), vale
todo, hasta utilizar a Copito de Nieve González. ¿Cómo dicen? ¿Que no saben a
quién me refiero? Normal. Como que me acabo de inventar el mote. Por supuesto
que aludo a nuestro ex presidente, reconvertido en burgués acomodado, tras usar
la famosa puerta giratoria para colocarse bien en ENDESA y otros consejos de administración.
Aquí lo tienen, tan lustroso como de costumbre. Da gloria verlo.
Con estos mimbres, la legislatura de Sánchez no peligra y podrá durar hasta el final, como yo pedía en mi post anterior. Los partidos periféricos que lo apoyan tendrán cuidado en sostenerlo, porque, en cuanto este señor se vaya, su importancia nacional tenderá a cero de forma irreversible. Por cierto, como siempre últimamente, el discurso que me pareció más sólido es el del señor Rufián, que pueden revisar abajo si no lo escucharon. Este hombre ha aprendido mucho durante su trayectoria en el parlamento y en estos últimos tiempos está sembrao. ¿Cómo dicen? ¿Que se me ve el plumero político-ideológico? La culpa la tienen ustedes que me han estado pinchando para que me pronunciara. ¿No querían opiniones sobre la actualidad? Pues aquí las tienen. El discurso de Rufián no tiene desperdicio.
Frente a parlamentos como este, sale Feijoo (que encima es un pésimo orador) y lanza el tema del suegro de Sánchez. Pero al final está bien que Feijoo haya perpetrado un discurso tan pobre y tan rastrero, porque así sabemos cuál es exactamente su talla política y moral. Es que eso ya no es ni talla: es catadura. Es calaña. Lo mismo que también están bien los incidentes racistas de Torre-Pacheco, para que veamos lo que nos espera cuando gobierne esta gente, que sin duda imitarán las políticas represivas del señor Trump. El tipo del pelo naranja está convirtiendo la vida en las ciudades americanas en un infierno para la gran mayoría de sus ciudadanos, los que no son estrictamente blancos y arios. Hablando de Trump, sus baladronadas y fanfarronerías ya no asustan a los mercados. Los vaivenes en su discurso, su cantinela de alirondo-alirondo-alirondo, el arancel te lo quito y te lo pongo, es recibida por el mundo financiero con absoluta indiferencia. Y, en cuanto a sus esfuerzos por parar las guerras, pues de momento son infructuosos y ojalá dieran mejor resultado, por el bien de las poblaciones civiles de Ucrania y Gaza. Mientras, los chinos siguen impertérritos controlando la economía mundial.
Ahora resulta que la empresa más
poderosa a nivel mundial es Nvidia, la marca que fabrica los chips y demás
componentes de todos los artilugios informáticos, incluidas las macrofactorías
de la Inteligencia Artificial (en las que, por cierto, se contamina a lo
bestia, se consume agua sin límites y se utilizan los componentes de tierras
raras cuyo mercado controlan los chinos). Cuando Trump lanzó su primer
arancelazo, esta empresa pegó un bajón tremendo en bolsa, y yo llegué a pensar
que estábamos ante una Nvidia-Kochina. Pero ya se ha recuperado y ahora nadie en las altas esferas
financieras teme al energúmeno del pelo naranja. Sólo le temen los emigrantes y
con buenos motivos. Y no quiero extender mucho más estas opiniones, claramente
sesgadas, si bien reservaré un espacio para mi habitual crítica al alcaldillo este que nos ha
tocado en suerte o en desgracia.
Ayer por la mañana salí a correr,
como casi todos los miércoles. Para ello hube de madrugar y empezar mi ejercicio
a las 7 de la mañana; después el calor convierte esta práctica en peligrosa.
Nada más salir, tuve que cruzar el Paseo del Prado, cinco carriles rodados por
sentido, a pesar de estar incluido en un paisaje protegido por la UNESCO como
Patrimonio de la Humanidad. Como no hagan algo al respecto, se arriesgan a que les quiten la calificación y las subvenciones que lleva aparejadas. A
continuación, subí la Cuesta de Moyano, con la incertidumbre de si me
encontraría el Retiro cerrado, por la mierda de protocolo que aplica el Topillo
y que tiene cabreados a todo el gremio de corredores y demás usuarios tempranos
del parque.
Pero ayer, por fortuna estaba abierto y
pude hacer mi práctica sin mayores problemas. El alcaldillo está ahora disfrutando de la baja de paternidad que debería agradecer
al denostado Sánchez, que ha luchado por ello mucho más que los de su partido. Y mientras, los madrileños sufren el horno de la Puerta del Sol, en la que el Ayuntamiento
se ha gastado ya más de diez millones de euros. El lunes, después de mi sesión
de yoga y una cena en condiciones, se me ocurrió aprovechar que ya había
anochecido para acercarme a la heladería Amorino, en la calle de Postas, y
obsequiarme con uno de sus estupendos barquillos. De vuelta, pasé por la Puerta
del Sol y me senté a tomármelo en uno de los bancos de granito supuestamente
protegidos por los toldillos del alcaldillo. Y, créanme, me tuve que levantar
enseguida, porque me estaba quemando el culo, y eso que el sol llevaba ya varias horas oculto. Algún listo ha utilizado la Inteligencia Artificial para
dibujar una solución a la plaza que seguramente sería muy aplaudida por los
usuarios habituales de la zona. Véanla.
Yo creo que hasta la señora Ayuso
se podría instalar un trampolín en su despacho, para lanzarse a la piscina en plan Esther Williams, y
celebrar así la forma en que su entorno ha reconvertido los delitos fiscales de su
novio en una persecución al fiscal que los instruye. Otro portento único en el
mundo: aquí, no sólo se cierran los parques por el calor, sino que los
defraudadores fiscales persiguen a los jueces. Los pajaritos disparando a las escopetas,
que dicen en Argentina. Pero hablemos ya de Béjar y su festival de blues. Tal
vez recuerden que, con mis amigos Henry Guitar y Críspulo, acudí a ese festival
hace dos años, asistiendo a grandes actuaciones, como las de Tommy Castro y
Vanessa Collier. El año pasado no pudimos repetir la experiencia, porque yo
estaba dando la vuelta al mundo y soy el chofer oficial del trío. Así que este
año buscamos repetir y conseguimos alquilar la misma casa rural de hace dos
años.
Esto de la casa es clave, porque
Béjar es una ciudad sobre una colina y la plaza de toros en la que se celebra
el festival se sitúa en una colina diferente. La casa que conseguimos está en
esta segunda colina, que llaman del Castañar. De modo que teníamos la plaza de toros
a cinco minutos andando. Teniendo en cuenta que cada uno de los dos días que
dura el festival, los conciertos empiezan a las nueve de la noche y acaban a
las tres de la madrugada, es clave tener la cama cerca y no tener que coger el
coche a esas horas tardías y alcohólicas. El trayecto desde Madrid es cómodo,
no llega a las tres horas. Viajamos el jueves, llegamos a la hora de comer y
fuimos directamente al restaurante Casa Senén, en la misma Colina del Castañar,
donde nos obsequiamos con diversas exquisiteces, como el plato de morro de
cerdo al pimentón que ven abajo y que yo me calcé sin inmutarme. No les extrañe que
estuviéramos tan contentos.
Después de comer, tomamos
posesión de nuestra casita rural y nos instalamos para una merecida siesta. Ya
de atardecida, cogimos el coche de nuevo para acercarnos al centro de Béjar, en
donde había una fiesta de bienvenida, para la que habían habilitado un
escenario en la calle Gerona, enfrente del bar La Alquitara. Allí tocaba el
grupo madrileño Chicken Wings (es decir, Alitas de Pollo), comandado por el
guitarrista César Crespo, un habitual de la noche blusera madrileña (estos días
está tocando con su grupo en La Coquette). Le acompañaba el joven guitarrista Noé Celestino y entre ambos montaban unos dúos muy vistosos,
acompañados por un contrabajo de los de toda la vida y un batería italiano muy
bueno. Este grupo estaba también anunciado para las sesiones vermú de viernes y
sábado. En La Alquitara no tienen grandes ofertas culinarias, pero muy cerca de
allí, al otro lado de la calle está el bar Eladio, donde te ponen unas tapas
fabulosas. Así que estuvimos esa noche del jueves tomando cosas ricas y
hablando con los músicos, a los que Henry conocía de antes.
Los días 11 viernes y 12 sábado tuvieron una programación similar. Nos levantábamos temprano para ver el encierro de los sanfermines (Críspulo es un taurino recalcitrante). Luego nos preparábamos un desayuno en condiciones y nos íbamos en el coche a hacer alguna excursión por el entorno. El jueves fuimos a la Alberca, que es una buena tirada, pero merece la pena porque el pueblo es precioso. Y el viernes visitamos Candelario. A la hora del vermú estábamos de vuelta en La Alquitara para tomar algo viendo a los Chicken Wings. A continuación subíamos a comer a Casa Senén, nos echábamos una buena siesta y nos preparábamos para acudir al festival debidamente duchados, afeitados, perfumados y maqueados para la ocasión. Uno de los tres días en que los escuchamos, el grupo de César Crespo hizo una versión del clásico de los Shadows Apache, de la que tomé un vídeo que les muestro (ya la pillé empezada, mis disculpas). Esta canción se publicó en 1960, yo tenía nueve añitos y la escuchaba en La Coruña. ¡Cuántos recuerdos!
Este videoclip les da una idea
del ambiente que había en Béjar en los días del festival. Este evento le da la
vida al pueblo durante todo el fin de semana. Hace dos años, nos acercamos
también a Hervás, donde había conciertos callejeros y ambiente similar. Pero
este año, el festival cuenta con una sustanciosa ayuda de la Junta de Castilla
y León, por lo que Hervás, que pertenece ya a Extremadura, se ha quedado fuera.
El viernes, pues, hicimos el largo y tortuoso camino a La Alberca, pueblo
precioso donde pasamos la mañana callejeando, e incluso visitamos la monumental
Iglesia Parroquial de la Asunción, del siglo XVIII y con un púlpito de granito
policromado muy curioso. Allí, un beato veterano ocasional nos contó algo de la
historia del pueblo.
Parece que la zona fue repoblada
en los siglos XII y XIII, con mucha presencia de franceses, por el hecho de que
el conde Raimundo de Borgoña se había casado con Doña Urraca, futura reina de
León. Por eso esta sierra se llama de la Peña de Francia. En el siglo XV, las
tropas portuguesas del Prior de Crato atacaron el pueblo aprovechando que los
hombres estaban fuera en faenas de labranza, pero las mujeres del lugar
derrotaron ellas solas a los invasores y les arrebataron el pendón, que todavía
se conserva y se muestra en el pueblo. Cada segundo domingo de Pascua, La
Alberca celebra este hecho histórico, dejando que las mujeres gobiernen por un
día el Ayuntamiento y las demás instituciones locales. Aquí unas imágenes de
nuestra visita.
Se ve poca gente en la calle,
porque fuimos muy temprano. A final de la mañana empezaron a llegar autobuses
de turistas y escolares y nosotros nos volvimos para llegar a tiempo a la
sesión vermú de los conciertos callejeros de Béjar. Tras las cañas obligadas en
el Eladio y la nueva comida en Casa Senén, nos echamos la siesta
correspondiente y salimos para el festival. Allí nos pusieron la pulserita
reglamentaria que nos permitía entrar y salir del recinto sin problemas. A la
puerta del coso taurino está el bar terraza El Nido de Susi. Hace dos años
hicimos mucho uso de este agradable lugar e incluso hicimos amistad con la
Susana que da nombre al bar. Tal vez mis viejos lectores recuerden que en mi
viaje a Londres a finales de 2023 me acerqué al bar londinense que regenta su
hermano Pedro.
Pero este año, El Nido de Susi
había cambiado a peor. Nos contaron que Susana había abierto otro bar en la
entrada del pueblo y ya no venía por allí más que de cliente ocasional. Además,
ya no ofrecían ninguna de las estupendas cenas que nos dimos hace dos años. Ahora
lo regenta un tipo bastante sieso, que sólo tiene bandejas de embutidos variados
a 10€ la unidad y tercios de cerveza Mahou. Ante eso decidimos darle
preferencia a los bocatas que vendían dentro del coso, además de alguna salida
esporádica a Casa Senén, que tiene buenos vinos. Esa primera noche, la estrella
del cartel eran Rick Estrin and the Nightcats.
Al grupo que dirige este veterano
armonicista de San Francisco ya es la cuarta vez que lo veo: Cazorla hace tres
años y dos visitas a Madrid en 2023 y 2024 en donde los vimos en el Café
Berlín. Este año estuvieron espectaculares, no en vano han sido elegidos como
el mejor conjunto de blues de 2025 por una revista que cada año da sus premios.
Actuaban en segundo lugar y su concierto eclipsó completamente los de los demás
músicos. En primer lugar, tocaban unos vascos que no eran malos y después de
Rick un veterano soulman de Texas al que habían arropado con músicos españoles.
Cerraban la noche Parker Barrow, un grupo de rock acelerado comandado por una
cantante rubia muy espectacular que chillaba todo el rato con su chorro de voz
agudo, No eran malos, pero estábamos ya un poco cansados y nos retiramos antes
de que terminaran. Una imagen de esa primera noche.
El sábado madrugamos de nuevo y dedicamos la mañana a una visita a Candelario, que está al lado. La idea era estar por allí hasta el almuerzo, pero estaban cerrados todos los bares menos uno que estaba lleno. Así que, tras un paseo hasta la parte alta del pueblo, volvimos a Béjar y buscamos el nuevo bar de nuestra amiga Susana. Se puso muy contenta de vernos, se acordaba de nosotros, especialmente de mí que la enseñé a hacer estiramientos para suavizar el cansancio al final de las noches de trabajo duro en el Nido. Ahora regenta el bar Kalo, que abrió en el puente de mayo y va también como un tiro, porque esta chica ofrece productos de calidad, trabaja duro y tiene un encanto especial. Quedamos en volver al año que viene, porque la dueña de la casita rural nos ha dicho que nos guarda la vez. Almorzamos allí y luego hicimos algunas gestiones, visitamos un mercadillo y llegamos puntuales a la sesión vermú del festival. Una imagen más en la zona de La Alquitara.
La segunda noche en la plaza de toros tenía por estrella a la cantante y guitarrista británica Joanna Shaw Taylor, tres años mayor que Samantha Fish, que vive ahora en Nashville. Pero antes de ella había un programa contundente; se nota la subvención de la Junta. Empezó el grupo del veterano Nick Moss, bastante bueno y con un armónica espectacular, al que vimos en primera fila. Pero la segunda actuación de la noche era fabulosa. Se trata de cinco músicos negros bastante mayores y con amplias trayectorias, que han decidido unirse bajo el nombre de The Kings of the Blues. Nada menos que el bajo y batería que acompañaron a BB King durante toda su carrera. Más un saxo que había tocado veinte años con James Brown. Y un guitarra y un pianista que tienen sendos Grammys. La cosa sonaba como se pueden imaginar y nos dejó a todos patidifusos.
En tercer lugar, tocaba un
guitarrista negro que no era malo, pero después de los auténticos reyes del
blues nos dejó un poco fríos, lo que aprovechamos para subir a las gradas a
sentarnos un rato, que ya somos mayores y aguantar de nueve a tres de la mañana
sin sentarnos es demasiado pedir. Y llegó el turno de Joanna. Esta mujer es un
cañón con la guitarra, toca todo el tiempo con gestos nerviosos de ambas manos,
pero no falla una nota. También canta muy bien y lleva un grupo potente. Empezó
a las dos de la mañana, pero de allí no se iba nadie, al contrario del día
anterior. Les grabé un clip de parte de la canción más lenta que interpretaron,
un blues con la temática habitual, te he amado demasiado tiempo, etc., cantado
con fuerza y mucho sentimiento.
Joanna tiene una forma muy
personal de tocar, incorporando resonancias gaélicas que delatan su origen y es ya una
estrella de este pequeño mundo del blues. Un mundo que hasta hace poco
dominaban músicos negros, veteranos y malencarados. En estos últimos años,
artistas como Samantha Fish, Ghalia Volt o esta Joanna Shaw Taylor claramente
les han arrebatado el pendón del liderazgo musical. Al principio de la
actuación de Joanna, la organización advirtió que no estaba permitido tomar
fotos o vídeos con aparatos profesionales, por cuestiones de contratos y
exclusivas. Casi al final, un segurata le arrebató su pequeña cámara a una chica que
estaba cerca de mí, en la primera fila. Joanna, que estaba pendiente de todo,
se dio cuenta y, con gestos visibles reclamó que se la devolvieran, todo ello
sin dejar de cantar. Al final del concierto, en medio de una ovación atronadora,
Joanna bajó a darle un abrazo enorme a la chica. Momento que aprovechamos Críspulo
y yo para hacernos una foto con ella y completar nuestra colección de mitómanos.
Como nos habíamos acostado cerca de las cuatro de la mañana, el sábado nos perdimos el encierro de sanfermines. Nos dimos un pequeño paseo por la zona, nos despedimos de la dueña de la casa y paramos a desayunar con Susana en el Kalo, antes de enfilar carretera. Como ven, un viaje perfecto que nos hizo sentirnos por un día los Sultanes del Blues y que finalizamos tomándonos la penu en el Dolmen, el bar debajo de la casa de Críspulo. Esta aventura no me impidió reanudar mi actividad normal en la semana actual, con mi sesión de yoga el lunes, mi clase de inglés el martes y la carrera por el Retiro el miércoles, tal como les he contado. Una vez que termine este post y lo publique, me pondré a preparar la maleta para mi viaje de mañana a París, que sale de la T4 tempranito, a las 7.20. Esta serie de viajes me va permitiendo sortear el verano ultracaluroso que estamos sufriendo. A Tarick Marcelino Martínez no le gusta demasiado este trajín, pero aprovecha los intervalos para restregarse bien conmigo, como ven en este vídeoselfie que les dejo de despedida. Sean buenos y no se quejen del calor, que ya hace casi un mes que los días se están reduciendo como cada año.
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